La ciudadela de Caral, Patrimonio Cultural de la Humanidad según Unesco y considerada la más antigua de América, está amenazada por empresas mineras que han ingresado al valle de Supe, donde dicha civilización surgió hace 5,000 años.
La presión minera se ha extendido en el valle de Supe, donde existen 56 concesiones mineras tituladas, de las cuales 25 se superponen a zonas arqueológicas de Caral, según un informe de El Comercio.
La destrucción del patrimonio arqueológico “es como si se hubiera quemado un libro que nunca nadie leyó. Lo que se destruyó es una historia perdida”, dijo la arqueóloga Ruth Shady, descubridora y defensora de Caral.
“No se puede llegar a una zona, usar explosivos y desaparecer el patrimonio”, lamentó Shady al remarcar que no está contra la minería, “pero previamente se tiene que recuperar la información histórica del lugar”.
La Dirección Regional de Minería de Lima ha estado otorgando los derechos mineros, incluso en la zona de amortiguamiento de Caral, pese a disposiciones que prohíben la explotación minera en áreas arqueológicas.
Abogados del proyecto Caral denunciaron penalmente a la minera Barranca Gold por daños y destrucción del patrimonio al construir una carretera e instalar un campamento en la zona de Cerro Colorado, pero la empresa adujo que las autoridades de minería nunca les informaron que se trataba de una zona arqueológica.
Aparte de esa empresa, cientos de mineros extraen ilegalmente minerales de Caral durante las noches y madrugadas con explosiones que alertan a los arqueólogos.
En este contexto, el Certificado de Inexistencia de restos Arqueológicos _CIRA, sigue siendo un documento oficial emitido por el Instituto Nacional de Cultura que no estaría cumpliendo sus objetivos para lo cual fue creado y mas bien estaría generando importantes atrasos en la inversión minera formal, ya que la minería informal e ilegal hacen caso omiso de este documento de gestión.