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viernes, 6 de marzo de 2020

Minera Cerro Verde inició arbitraje en contra del Estado Peruano

El comercio publica que días atrás, la Sociedad Minera Cerro Verde S.A.A informó sobre el inicio de un arbitraje en contra del Estado Peruano. Aunque la empresa no detalló las razones que motivaron al mismo, se presume que fue por el pago de regalías mineras que la Sunat le exige desde hace varios años. En el 2018, el ente recaudador dio a conocer que Cerro Verde tenía una deuda pendiente de S/1.100 millones por regalías no canceladas entre 2006 y 2011.
Lo anunciado por la compañía se dio a conocer mediante un hecho de importancia publicado en la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV) el pasado 28 de febrero. Según se detalla en el documento, el Directorio de Cerro Verde autorizó a Freeport-McMoRan, grupo económico estadounidense al que pertenece, a iniciar este procedimiento.
Labores mineras en cerro verde-Arequipa-Perú.

La cuestión de fondo

El caso en cuestión inició en 1998, cuando Cerro Verde firmó un contrato de estabilidad tributaria (que garantiza que los impuestos y otras cargas tributarias no cambien para las mineras por un periodo determinado) con el Estado Peruano. De este modo, se exoneraba el pago de regalías a su proyecto de lixiviación, en Arequipa, donde operan una mina de cobre.
Años después, en el 2004, se aprobó la Ley de regalías mineras. Y es ahí donde surge la controversia.
Con la norma de por medio, desde la empresa argumentaban que el contrato de estabilidad tributaria que anteriormente firmaron también podría aplicarse a la ampliación que realizaron en el 2004 de otro proyecto de Sulfuros Primarios. Sostenían que, como las regalías fueron establecidas en 2004, no debían pagarlas. Pero la Sunat pensaba lo contrario.
La entidad recaudadora manifestó que cuando se firmó dicho contrato la planta de sulfuros no existía, y por ello no quedó bajo su amparo. El caso ya había sido visto por el Tribunal Fiscal, que le dio la razón a la Sunat en el 2013. Posteriormente, la minera recurrió al Poder Judicial.
En el 2014, el 18° Juzgado Contencioso Tributario y Aduanero declaró fundada, en parte, la demanda de Cerro Verde. La Sunat, entonces, apeló ante la Sexta Sala Contencioso Tributaria y Aduanera de Lima.
Y en el 2016, representantes de la Sunat y Cerro Verde se encontraron en dicha sala, cuando estaban en juego S/ 800 millones. En ese mismo año, se comunicó que la empresa había perdido el juicio contra la entidad recaudadora.
A partir de allí, se estableció que la minera debía pagar al Estado más de S/ 286 millones por regalías no pagas en los años 2006 y 2007. Si consideraban otros pagos similares, la cifra llegaría a los S/ 800 millones.
De acuerdo con lo informado por El Comercio en esas fechas, en la sentencia se establecía textualmente que “el Proyecto de Sulfuros Primarios no está cubierto con las garantías que otorga el Contrato de Estabilidad suscrito entre el Estado Peruano y la recurrente en el año 1998, toda vez que el citado proyecto fue implementado con posterioridad a la celebración del contrato de estabilidad”.
Un día después, la minera anunciaba que recurriría a la Corte Suprema por no estar conforme con el fallo. Cerro Verde había decido impugnar contra la medida a través de un recurso de casación, buscando que la Corte Suprema de la República corrija lo que consideraban “errores procesales y sustantivos”.
Ya en el 2017, la Corte Superior ratificó que la empresa debía pagar S/ 1.000 millones, correspondientes a los años 2006 y 2009 de la planta de sulfuros primarios.
Meses más tarde, el Poder Judicial volvió a ordenar que Cerro Verde pague la suma de US$ 250 millones, luego de que la minera presentara un recurso de apelación. El monto sujeto a pago se hacía por concepto de regalías mineras para la región Arequipa correspondientes a los años 2006 y 2007.

El potencial caso ante el CIADI

Según expuso la minera en el comunicado a la SMV, la medida de llevar el caso a arbitraje se enmarca en el Acuerdo de Promoción Comercial Estados Unidos-Perú, también conocido como el Tratado de Libre Comercio (TLC), el cual se firmó en Washington D.C. en abril de 2006 y entró en vigor en el año 2009.
Cerro Verde no precisó ante qué instancia presentó este reclamo. Vale aclarar, sin embargo, que el anuncio de arbitraje empieza por una etapa de trato directo.
“Antes de presentar la demanda, se tiene que pasar por una etapa de negociación que dura seis meses. La negociación se hace directamente entre las partes en el mismo país receptor de la inversión”, expresó el abogado especialista en arbitrajes, Mario Reggiardo, del Estudio Payet, Rey, Cauvi, Pérez, en conversación con El Comercio. Por su parte, Bruno Marchese, del Estudio Rubio, señala que este periodo se puede ampliar.
Según continúa Reggiardo, el reclamo de Cerro Verde debe ser recibido por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para que se lleve a cabo la etapa de trato directo. “Si no se llega a un acuerdo en el trato directo, el inversionista va al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) y avisa que quiere iniciar el arbitraje”, comenta. 
Siendo así, el especialista aclara que la demanda aún no está planteada, sino que se trata de un aviso. Lo que gestiona la empresa, indica, es una petición de arbitraje, debido a que el CIADI tiene que “evaluar” si esta puede o no iniciar el procedimiento en mención.
Y si llega al CIADI, ¿cuánto podría costar este proceso? Reggiardo refiere que, en gastos administrativos por el sistema CIADI y los árbitros, el monto podría oscilar entre el millón y los dos millones de dólares. “Esto va a depender del monto planteado [en una demanda]”, especificó.
El pago de esta cifra se repartiría equitativamente entre ambas partes –Estado Peruano y empresa–, sin embargo, en ella no se considera el pago a los abogados contratados para la defensa peruana, que en total podrían cobrar una suma aproximada –si el arbitraje llega hasta el final– de cuatro a seis millones de dólares en sus honorarios.
En cuanto al tiempo que tomaría dicho proceso, Reggiardo estima que podría durar de tres a cinco años, una cifra con la que coincide Marchese. En este periodo, el CIADI determina si puede asumir competencias y discutir el caso en cuestión, a la par de decidir si lo revisará a profundidad o no.
Como se vio anteriormente, el Poder Judicial resolvió a favor de la Sunat. Partiendo de ello, ¿el CIADI podría tomar en cuenta estos antecedentes si Cerro Verde presenta formalmente su demanda?
De acuerdo con Reggiardo, la discusión no se realizaría a partir de lo anteriormente dispuesto por la justicia peruana, sino que esta discusión se enmarcaría en lo establecido por el TLC entre EE.UU.
“Ellos [Cerro Verde] lo que van a alegar es la vulneración del tratado de inversiones Perú-Estados Unidos, donde ahí hay otros derechos”, manifestó. “Como no sabemos en qué consiste esa demanda, no sabemos qué tipo de derechos en el tratado de inversiones se habrían vulnerado”, agrega.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Cambio climático & Seguridad alimentaria en el 2020 : El caso peruano

Las consecuencias del cambio climático se evidencian en todo el Planeta y cada vez son más los países que lo van tomando responsablemente, pues las temperaturas aumentan, la distribución de las precipitaciones se está modificando, el hielo y la nieve se derriten y el nivel del mar está subiendo. Asimismo, los episodios climáticos que provocan eventos extremos de inundaciones o sequías se presentan con mayor frecuencia e intensidad. En suma, los ecosistemas, la salud humana y los sectores económicos se ven impactados con mayor grado en países mas vulnerables  de  América Latina y el caribe (ALC), como es en el caso de los países andinos y en especial el Perú. La desaparición de glaciares, destrucción de ecosistemas, aparición e incremento de enfermedades, entre otras que producen inestabilidad económica y conflictos socioambientales.

Efectos de la desaparición de glaciares en los Andes peruanos

Un hecho irrefutable es la desaparición de glaciares de una sucesión de montañas (cordilleras) y amenaza con extinguir a cinco más de las diecinueve (19) que aún quedan en las próximas dos décadas. Las cadenas montañosas : Volcánica (entre Arequipa, Tacna y Moquegua) , Chila (Arequipa), La Raya  (entre Cusco y Puno), Huanzo (entre Ayacucho y Apurímac)  y Chonta (entre Huancavelica y Lima) son las más vulnerables al retroceso glaciar que se incrementara en las últimas cuatro décadas en el país de los Incas. En estos cuarenta años de pasividad frente al cambio climático, se presentan algunas cuencas con mayor impacto por el retroceso de glaciares, principalmente en aquellos donde existen suelos mineralizados disturbados, altamente agredidos física y químicamente por elementos naturales que generan drenajes ácidos a cielo abierto, constituyéndose como una fuente de contaminación de aguas superficiales y subterráneas.En ese contexto, a la conocida pérdida del recurso agua por el derretimiento de los hielos de las altas cumbres,se le añade la pérdida por la contaminación natural de las aguas. Es así que el Sulfuro de Hierro, Pirita, en presencia de agua y oxigeno, en estas zonas superficiales y descubiertas por el retiro de los glaciares, va a convertirse en Hidróxido de Hierro y en Ácido Sulfúrico.Las rocas atacadas por el Ácido Sulfúrico natural, sufren disolución, decoloración, lixiviación y transformación de unos minerales en otros. La reacción de bacterias y variación de pH,temperatura,humedad y suelos, influyen en los niveles de toxicidad focalizadas en determinados nichos ecológicos.
El dramático retroceso de glaciares en Perú demanda acciones concretas.
Especial atención merece la presencia de metales tóxicos pesados, los cuales son desplazados por las aguas de escorrentía y arroyos.
Las aguas discurren de las cuencas altas para sus diversos usos.
Los diversos usuarios del agua se ven afectados por la dinámica impuesta por el cambio climático. La piscicultura resulta ser una de las actividades que presenta alta vulnerabilidad a los eventos antes descritos.


Alimentos inocuos garantizando la seguridad alimentaria en el 2020

Actualmente la marca Perú fue posicionándose en el mundo ,entre otros, por su gastronomía, la cual se sustenta en la calidad de los ingredientes que utiliza y que provienen de distintos pisos ecológicos , climas y su megadiversidad. La estabilidad y seguridad alimentaria constituyen elementos estratégicos que considerar en la agenda pendiente por desarrollar de cara al futuro. En ese sentido, deben ser garantizados los productos tanto de exportación como para el consumo interno reduciendo la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios frente al cambio climático. Finalmente es importante precisar que si bien es cierto que los pasivos ambientales de la industria minera influyen en el sistema, no son los responsables exclusivos de la situación generada ante la falta de respuesta por la débil gobernanza y gobernabilidad en los diferentes niveles de gestión del país , demostrada frente al reto que representa el cambio climático y los desastres naturales.

El dato

La estabilidad alimentaria en América Latina y el caribe (ALC) está amenazada principalmente por los desastres naturales y el cambio climático, que afectan la disponibilidad, el acceso y la utilización de los alimentos. Numerosos estudios proyectan reducciones en la producción y cosecha debido al cambio climático. En ALC, se prevé que los cultivos de maíz, trigo, soja y arroz, entre otros,sufrirán importantes pérdidas de producción para 2020. Estas y otras interesantes proyecciones presenta el Banco Interamericano de Desarrollo-BID, en su publicación seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.

Seguridad alimentaria

Según BID, la seguridad alimentaria es la situación en la que todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias para desarrollar una vida saludable.
El  BID, está fomentando un enfoque multisectorial que concibe la seguridad alimentaria desde la perspectiva de los sistemas alimentarios.

Dimensiones de la seguridad alimentaria

El concepto de seguridad alimentaria abarca cuatro dimensiones: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad. Esto implica facilitar una coordinación eficaz entre todos los sectores e instituciones involucrados, lo que significa que las intervenciones que tienen como objetivo mejorar la seguridad alimentaria deben estar alineadas para abarcar múltiples dimensiones que incluyen la producción agrícola, la salud y la nutrición, la protección social, el agua y el saneamiento, entre otros. 

Líneas de acción 

Las líneas de acción propuestas deben estar alineadas con las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria y con el objetivo transversal de fomentar la coordinación intersectorial. Las intervenciones en los sectores de agricultura y protección social tienen el mayor potencial para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición.

Coordinación intersectorial

La coordinación entre los sectores agricultura y protección social, podría ser un medio para integrar acciones sensibles a la nutrición con esfuerzos para aumentar la productividad agrícola y la resiliencia al cambio climático.Una clave para lograr esta coordinación es la adopción de mecanismos en todos los niveles de gobierno para garantizar la coherencia de las políticas entre los diversos sectores y el fortalecimiento de complementariedades y sinergias.

Enfoque de sistemas alimentarios

Este enfoque de sistemas alimentarios concibe el concepto de seguridad alimentaria no solo desde la perspectiva de la oferta de alimentos, sino también desde la demanda considerando el estado nutricional de la población. Asimismo, abarca todas las actividades que influyen directa o indirectamente en los procesos de siembra, cosecha, procesamiento, empaquetado, transporte, distribución, mercadeo, comercio, consumo y eliminación de desechos.

Desafíos para América Latina y el caribe

Los principales desafíos que se han intensificado durante la última década son : mantener y fortalecer una oferta adecuada de alimentos sin amenazar los recursos naturales; mejorar el acceso a los alimentos generando mecanismos que aumenten los ingresos de los grupos más vulnerables; mejorar los resultados nutricionales reduciendo la triple carga de malnutrición; reducir la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios a las crisis de precios, al cambio climático y los desastres naturales.