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lunes, 15 de noviembre de 2021

Alerta temprana preventiva por escasez de agua en Perú

Como es ya sabido, Perú como país megadiverso, viene siendo afectado por efectos del cambio climático y externalidades de origen antrópico, ya que la inadecuada gestión de sus recursos naturales produjo el nivel de contaminación que hoy en día la Pandemia por COVID-19 evidenció al situarlo como el país con la más alta mortalidad per cápita por millón de habitantes en el mundo.

Necesidad de infraestructura resiliente

Una de las acciones necesarias tras la eventual probable declaratoria de emergencia climática y ambiental es invertir en infraestructura resiliente, que permita poder contar con una capacidad operativa en las zonas urbanas adaptable a la realidad que viene sufriendo el país de los incas.  A modo de ejemplo, citaré el caso de la autonomía de abastecimiento de agua a las ciudades del país, como es el caso de Lima y Callao.
La cuenca del río Rímac, la más estudiada del país, es la fuente que abastece de agua a la capital de la República, que en la época de avenidas, cuenta con episodios de turbiedad trasladando en sus aguas gran cantidad de sólidos en suspensión, obligando a su planta de tratamiento de agua potable adoptar medidas para garantizar la continuidad del servicio y eliminar posibles interrupciones del suministro de agua a la ciudad.
Estado de situación y caudal del río Rímac al 15 de Noviembre del 2021

Es así que la limpieza del cause para evitar posibles inundaciones no resultan siendo suficientes si es que de evitar restricciones de agua para consumo humano se refiere a los diferentes distritos que conforman Lima metropolitana y el callao. 
En tal sentido, se hace altamente recomendable ejecutar medidas inmediatas en el manejo y gestión de las aguas superficiales y subterráneas, que incorporen infraestructura resiliente garantizando el recurso hídrico para diversos usos en la ciudad capital y ciudades inidentificadas como altamente vulnerables  a los efectos del cambio climático en el resto del país.

domingo, 7 de junio de 2020

Parte de guerra del último mes contra el COVID-19 en Perú

Un día como hoy 7 de Junio, se conmemora cada año en el Perú el Día de la bandera, en el aniversario de la batalla de Arica, ocurrida un 7 de junio de 1880, durante la Guerra del Pacífico (1879-1884). Este homenaje a la bandera del Perú fue establecido por Decreto Supremo del 30 de abril de 1924; aunque ya antes, por Decreto Supremo de 8 de noviembre de 1905 se había decretado el juramento de fidelidad a la Bandera que debían hacer los conscriptos en forma pública y solemne.
Los poblados dispersos en zonas de los ríos de la amazonía requieren soporte para enfrentar al COVID-19

Parte de Guerra al 7 de Junio del 2020


El Perú se encuentra en guerra contra un enemigo invisible que viene ocasionando una crisis de salud, social, ambiental  y económica sin precedentes al país, la misma que en el último mes ( periodo 07 de mayo al 07 de junio) de acuerdo a informaciones oficiales publicadas por el Ministerio de Salud, la cifra de infectados subió de 58.526 a 196.515 con un incremento de 138.989 nuevos casos confirmados con el COVID-19.
De otro lado, el número de muertos pasó de 1.627 a 5.465 con un incremento de 3.838 muertos en este lapso.

70% de infectados y 70% de muertos del total de producidos, en el último mes 

Pese a los grandes esfuerzos realizados por la administración Vizcarra para evitar la transmisión del virus, en el periodo comprendido entre el 07 de mayo al 07 de junio del 2020 se han reportado oficialmente 70% de infectados con el nuevo coronavirus, produciéndose  el 70% del total de muertos en el último mes.
Esta situación coloca al Perú, entre los ocho países mas infectados por el COVID-19 del Planeta, según reporte del CSSE de la universidad Johns Hopkins concordado con el informe de casos publicado en la página  worldometers  , que se encuentran alineados con la información oficial que produce el ministerio de salud del Perú.

Se reitera cambio de estrategia 

A la luz de los resultados, se evidencia la necesidad de realizar un cambio de estrategia para enfrentar al enemigo invisible, ya que en Perú la lucha demandará esfuerzos constantes y de largo aliento. El manejo y gestión en cuencas para luchar contra el COVID-19 es una opción.
Es fundamental oxigenar las diferentes áreas en el teatro de operaciones, los valerosos recursos humanos desplegados en los frentes, necesitan refuerzos y logística para intervenir en puntos considerados estratégicos. Movimientos ralentizados para dotar de logística necesaria no ayuda en mucho a la dinámica impuesta por la velocidad de transmisión del virus. 
La cuenca del río Rímac que incorpora la Región, Departamento ,Provincia de Lima y Lima Metropolitana, debe tener un manejo diferenciado a las otras cuencas situadas en otras Regiones, pues constituye la mayor zona caliente del país.
Las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud, son presentadas de la mejor manera a los países del mundo, pero en algunos lugares no es posible aplicar en su totalidad sus recomendaciones; por las limitaciones de países en vías de desarrollo como es en el caso peruano, debiera tomar gradualmente esas recomendaciones, especialmente del confinamiento obligatorio prolongado y el lavado de manos sin tener mayor acceso al agua.
A modo de ejemplo citaré dos datos del censo nacional del año 2017 para la zona caliente de la provincia de Lima que por si sola se explican : 949.969 habitantes presentaron dificultad o limitación permanente y 113.813 personas de 15 a más años que no saben leer ni escribir.
Se hace necesario atacar las causas que facilitan la propagación y riesgo de rebrote del COVID-19 en particular en las zonas de alto riesgo de transmisión del COVID-19 puntualizadas en la RM N° 361-2020-MINSA de fecha 5 de Junio del 2020.
La gloriosa marina de guerra del Perú debiera contar con mayor logística para desplegar su accionar y llegar a comunidades nativas poco contactadas de los ríos de la amazonía, así como a la periferia de Iquitos que solicitan la atención del Estado en sus tres niveles de gestión. 

lunes, 25 de mayo de 2020

Manejo de cuenca para afrontar el COVID-19

Perú, país andino y amazónico, ocupa el segundo lugar en América Latina con mas casos confirmados de COVID-19 por causas acumuladas en décadas, que la hacen altamente vulnerable a enfermedades infecciosas. Brasil ocupa el primer lugar, y ambos países cuentan con valiosa experiencia para mitigar la Pandemia en esta parte del planeta.
En 1991 se efectuó el Acuerdo Sanitario Perú-Brasil de lucha contra el cólera,con importantes logros que permitieron manejar con eficiencia esa epidemia en la cuenca Amazónica, la mas grande del planeta.

Necesario manejo de cuencas  

Como pude explicar - en ese entonces - a múltiples profesionales de la salud de Perú-Brasil que se dieron cita en la localidad de Iquitos (Perú), dentro del marco del Acuerdo Sanitario, resulta de vital importancia ejecutar acciones de contención y prevención de la enfermedad infecciosa tomando como unidad de gestión a la cuenca hidrográfica.
Al día de hoy 25 de Mayo del 2020, Brasil presenta 374.989  y Perú 123.979 casos confirmados de COVID-19 , ocupando el segundo y doceavo lugar respectivamente entre los países con mayor número de infectados del Planeta.
Ciudades amazónicas como Manaos (Brasil) e Iquitos (Perú) vienen soportando el azote del nuevo coronavirus por las causas conocidas que persisten en el tiempo y que trasladan a las comunidades dispersas de los ríos, entre los que se encuentran los tikunas y otras etnias en zona de frontera.
En el caso peruano, la mayor concentración de su población se ubican en su franja desértica costera, tal cual se aprecia en la imagen adjunta publicada por NASA donde se puede apreciar una mayor iluminación vista de noche a las ciudades mas densamente pobladas. Bajo un ecosistema de oasis, extensas zonas del territorio de la costa peruana se ven limitados al acceso y disponibilidad al agua, salvo el régimen de los ríos que descienden desde los andes formando los cincuenta y dos valles fluviales que atraviesan el desierto y descargan sus aguas al océano pacífico. La pérdida de cientos de miles de hectáreas bosques de protección en las cuencas altas , generaron distorsiones en los regímenes del agua en las cuencas bajas,haciendo vulnerable la costa y con ello afectando finalmente la salud de la población al mermar su sistema inmunológico. 
Casos COVID-19/Mayo 2020 en costa peruana- Imagen satelital :NASA
La primacía de la realidad en las cuencas, nos permite plantear estrategias de lucha contra el COVID-19 para fortalecer las cuencas altas donde actualmente se presenta el orden del 4% de casos confirmados , incorporar las fuerzas vivas de la localidades dispersas de las zonas de los ríos donde se ubica el 6% de casos confirmados y concentrar acciones integrales en las zonas calientes focalizadas en las cuencas bajas del centro y norte del país. 
Es en la costa peruana donde la lucha contra el enemigo invisible demandará esfuerzos de largo aliento, allí donde se focaliza el 90% de casos confirmados de COVID-19 al 24 de Mayo del 2020, lo cual bajo una visión prospectiva nos permitió explicar en diversos foros que la crisis ambiental y sanitaria forjada por la debilidad de la gobernanza y gobernabilidad en ese extremo para Perú y otros países de América Latina, afectaría la salud pública  y con ello pondría en grave riesgo la estabilidad económica y social en la región de las Américas. 

Factores preexistentes colaterales

Los países que adopten para la lucha contra el COVID-19 como unidad de gestión a la cuenca hidrográfica, no podrán soslayar a los factores preexistentes colaterales que son propias de cada país; para el caso peruano ya antes había mencionado el desborde social causado por la informalidad, el caótico servicio del transporte público, la aglomeración de individuos en mercados, bancos y otros centros de acopio; hacinamiento en viviendas,zonas de acumulación de toxinas y contaminantes, así como áreas altamente vulnerables a desastres naturales y de origen antropogénico.
No podría concluir sin hacer mención a un flagelo sistémico que penetra e inficiona a diversos países del Mundo y Latinoamérica, que es la corrupción y la impunidad, de los cuales se nutre el enemigo invisible para continuar generando muerte y destrucción en nuestras sociedades, por lo cual resulta sustantivo ralentizar su accionar para controlar y eliminar este y futuros virus que puedan impactar al Planeta de cara al futuro.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Necesaria recuperación de bosques de protección en Perú

Algunas cifras

Existe la imperiosa necesidad de recuperar los bosques de protección en el país de los incas, considerando que actualmente el 53% del territorio peruano (68 Millones de hectáreas) está compuesto por bosques (húmedo amazónico, seco y andino), presenta esta nueva configuración en razón a que el bosque natural peruano, que hasta hace sesenta (60) años atrás cubría más de 77 millones de hectáreas, al año 2017 cuenta con 68.577.351 hectáreas de bosques, esto equivale a una pérdida del 12% de su extensión original; según cifras oficiales proporcionadas por geobosques del Ministerio del Ambiente del Perú. 
Si sólo localizáramos  la situación del bosque amazónico del lado peruano, identificamos que la extensión original de estos bosques fue de 73.1 millones de hectáreas (antes de la colonización europea alrededor del año 1750) pero ahora solo quedan 67 millones. 
La mayor deforestación ocurrió en las últimas dos décadas. Un total de 2 millones de hectáreas de bosques primarios ya no existen en Perú desde el año 2000, según refiere el informe del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP por sus siglas en inglés). Las causas principales: minería ilegal, monocultivos, tala ilegal y construcción de carreteras.
Si a esto añadimos que de los más de 8 millones de hectáreas oficialmente deforestadas en la selva, se subutilizan en agricultura más de dos millones de hectáreas donde se elimina el bosque y a los pocos años después se abandona para migrar a otra área. En este contexto se estima que hasta el 60 % de los bosques que no fueron eliminados ha sido seriamente degradado por la extracción forestal selectiva, por caza o extracción abusivos, o por contaminación petrolera y minera. 
A mayor abundamiento, en el periodo 2001-2017 se perdieron 2.130.122 hectáreas y en la última década de este periodo se perdieron 1.5 millones de hectáreas de bosques nativos. Pero lo que resulta anecdótico ante la tendencia de reforestación mundial, es que en los últimos cinco años (periodo 2013-2017) se encuentren las mayores cifras anuales históricas de pérdida de bosques naturales en Perú : 177566 has. (Año 2014) ,164662 (2016) ,156462 (2015), 155914 (2017). 

Vulnerabilidad climática

No debería pues sorprender la calificación que realizan distintas instituciones mundiales respecto a la vulnerabilidad climática en el país de los incas, como es en el caso de Tyndall center de Inglaterra, que coloca al Perú en el tercer lugar de los países más vulnerables del planeta al cambio climático inmediatamente después de Bangladesh y Honduras.
Recordemos que la vulnerabilidad climática califica al grado de susceptibilidad de un territorio, que gradualmente varía según su exposición, sensibilidad, resiliencia y capacidad de adaptación al cambio climático.

Un problema de gestión

Es ampliamente conocido que Perú no cubre su propia demanda de productos forestales, siendo un importador neto pese a contar con millones de hectáreas de bosques. Pero este hecho no constituye el problema mas crítico si comparamos con las externalidades que se generan al haberse descuidado los bosques de protección en un país que presenta diversos pisos altitudinales con fuertes pendientes que son claves para el manejo de sus ciento cincuenta y nueve cuencas hidrográficas.
Ya expliqué en otros reportes anteriores que la mayor parte de los bosques naturales de la Selva Alta y muchos de los que están en Costa y Sierra no debieron, ni deben ser eliminados pues se encuentran en pendientes muy fuertes, altamente erosionables y porque generan fuentes de agua al captar y acumular el recurso hídrico. Preservarlos y recuperarlos no solo permitiría evitar desastres naturales que afectan vidas e infraestructuras sino que garantiza el abastecimiento de agua de calidad para las ciudades y agricultura de los valles, mantiene estable el caudal y el cauces de los ríos, controla la erosión e impactos por abrasión  y, también alberga gran parte de la biodiversidad y del potencial turístico del país. 
Pero los bosques de vocación protectora -el término incluye toda la vegetación natural como el caso de la caña brava y bambú- no se restringen a los que cubren las fuertes pendientes andinas. En suma, la función protectora del bosque y de la vegetación natural se extiende asimismo a las riberas de ríos, lagos, lagunas, vasos comunicantes, cabeceras de cuenca,etc.  Sin la vegetación protectora, la erosión y sedimentación son galopantes, generando ingentes y millonarias pérdidas económicas y de vidas anualmente al país. 
Bosque de protección con caña brava en selva alta peruana 

Escasa prevención en manejo de cuencas

Si tomamos a modo de ejemplo el año 2018; en Enero registramos la información que los gobiernos regionales de Áncash, Piura y Lambayeque, golpeados por El Niño costero del 2017-2018, ejecutaron menos del 70% de su presupuesto contra desastres; siguiendo esta tendencia, cerrando el año 2018 se mantiene la poca ejecución del presupuesto previsto para la reducción de vulnerabilidades y atención de emergencias pues sólo se ejecutó 60.9 % del presupuesto, que dicho en otras palabras, el Estado ha dejado de usar S/. 1.057 millones en prevenir desastres. Según información del diario El Comercio, la ejecución presupuestal en Tumbes (67.8%) , Lambayeque (46.9%) y Piura (38.7%), no lograron cumplir los objetivos previstos para la prevención.
De otro lado se tiene que un total de 317 distritos ubicados en nueve regiones de la sierra del país presentan un riesgo muy alto de afectación por deslizamientos, huaicos u otro tipo de movimientos de masa, tras el inicio de lluvias pronosticadas por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología. Así lo advirtió el Centro Nacional de Estimación, Prevención Reducción del Riesgo de DesastresDe acuerdo al escenario de riesgos emitido por esa institución, el departamento de Áncash comprende 74 distritos en esa situación de riesgo, seguido de Cajamarca (68), La Libertad (50), Huancavelica (40), Huánuco (34), entre otras.
En estricto, las zonas identificadas como altamente vulnerables, coinciden con las áreas deforestadas donde se afectaron los bosques de protección en Perú; demandando su atención con el mejoramiento de la calidad del gasto en los presupuestos públicos. 

Agenda pendiente

Perú ha suscrito la iniciativa global que busca estimular la concientización y el compromiso de la rehabilitación de los ecosistemas boscosos para crear un enlace entre la mitigación, la adaptación basada en el uso de la tierra, y las iniciativas piloto que se desarrollan en siete países, ello implica el compromiso de restaurar 3,2 millones de hectáreas de tierras degradadas hasta el año 2020, a través de plantaciones productivas y recuperación de las funciones ecosistémicas.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Gestión forestal en país Amazónico : El caso peruano

En Perú se está escribiendo una etapa importante en el proceso histórico referente a la gestión forestal en un país amazónico que realiza marcados esfuerzos para alcanzar su desarrollo sostenible.
Como una condición de trabajo se presenta la lucha frente a la corrupción sistémica en el país, que penetró e inficionó hasta los funcionarios mas altos en los tres niveles de gestión del gobierno, implosionando con el enfrentamiento entre el ejecutivo y el legislativo. Asimismo, cuenta con un poder Legislativo lento de reflejos para identificar los grandes temas nacionales que demandan legislar a efectos de fortalecer políticas de Estado; legitimando un referéndum nacional que convalidó el conocimiento científico sobre los problemas de gobernanza y gobernabilidad existentes de larga data  y que merecen atención por parte del Estado.
No podemos  soslayar el rol desempeñado bajo el radar de las Leyes por el poder judicial, debiéndose anotar como un hito en casi doscientos años de vida republicana, "la primera sentencia condenatoria" dictada por la corte superior de justicia de Lambayeque- Expediente N° 3243-2017-66- al autor del delito contra los recursos naturales en su figura contra bosques o formaciones boscosas en su forma agravada.
Debo precisar que en mi paso por la primera maestría en ciencias ambientales de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pude contrastar con los enfoques , sobre el tema gestión forestal, recabados en mi alma mater la Universidad Nacional de Ingeniería, encontrando grandes coincidencias con investigadores sobre la materia, tal es el caso de Marc y Axel Dourojeanni, entre otros  expertos.
Algunas de mis opiniones sobre el particular fueron transmitidas al centro Mundial para el seguimiento de la Conservación de ONU Medio Ambiente ( UNEP-WCMC, por sus siglas en inglés) vinculadas a la ingeniería para aumentar la resiliencia de infraestructuras hacia riesgos de desastres naturales, sin embargo, suscribo en todos los extremos lo expresado por Marc Dourojeanni respecto a los "ocho errores capitales de la gestión forestal en el Perú" publicado en actualidad ambiental :
Es bien conocido que el sector forestal peruano no satisface las expectativas de la sociedad. Esa es una realidad que es evidente cuando se sabe que, pese a ocupar el noveno lugar en el mundo por la extensión de sus bosques, ni siquiera consigue abastecer su propia demanda de productos forestales. Además, los bosques peruanos están siendo destruidos y degradados a un ritmo creciente, con graves impactos ambientales. Una de las principales causas de esta situación es el estilo de gestión forestal que se reitera por décadas, pese a las evidencias de su fracaso.
Bosques amazónicos en Perú son degradados a un ritmo creciente
En esta nota se resume esa situación mencionando sus ocho errores principales.
Que algo anda mal en el sector forestal peruano no es novedad. Esa es una realidad que se prolonga por décadas y que es evidente con: 
(i) la pérdida anual de enormes extensiones de bosques valiosos literalmente transformados en humo, agravando el cambio climático,(ii) la gran superficie deforestada y habilitada para agricultura o pecuaria que no produce nada o casi nada cada año,(iii) la informalidad que domina la extracción de madera así como de otros productos del bosque,(iv) la reiterada vergüenza de tener que admitir que gran parte de la madera exportada es ilegal y,(v) una reforestación mínima si comparada con el potencial y con lo que hacen los países vecinos. 
Pero la mejor prueba de que existe un grave problema es que el sector forestal de un país como el Perú, que ocupa el noveno lugar entre todos los países del mundo por su extensión de bosques, no contribuye ni con el 1% de su PBI y que, para colmo, es un importador neto de productos forestales.
Una de las principales causas directas del mal uso del patrimonio forestal es la persistencia en un estilo de gestión forestal que, después de cinco leyes en 50 años, las que machacaron todas sobre la misma tecla, ha demostrado que no funciona. Ocho importantes errores persisten.

Algunas cifras

El bosque natural peruano, que hasta hace 60 años cubría más de 77 millones de hectáreas, hoy ha perdido entre 12  y  18 % de su extensión original, según los parámetros que se usen para el cálculo. Apenas entre los años 2000 y 2017 se ha derrumbado y quemado 2,1 millones de hectáreas, que fueron sustituidas por una agricultura precaria o por bosques secundarios de bajo valor. En 2016 se eliminó 164.700 hectáreas de bosques nativos.
De los más de 8 millones de hectáreas oficialmente deforestadas en la Selva –en realidad, la deforestación acumulada es mucho mayor- mal se usa para  agricultura unos 2,2 millones de hectáreas que producen, cada una, varias veces menos de lo que podría si se le aprovechara medianamente bien aprovechando la tecnología agrícola disponible. Dicho de otro modo, se elimina el bosque pero pocos años después  se abandona casi sin uso la mayor parte de la tierra ya habilitada.
De otra parte, la explotación forestal actual es agotante y nunca alcanzó a producir siquiera el 1% del PBI, de lo que la mayor parte es leña.  Por no respetar pautas técnicas ni las reglas establecidas, esa explotación degrada algunos millones de hectáreas a cada año. Se estima que  hasta el 60 % de los bosques que no fueron eliminados  ha sido seriamente degradado por la extracción forestal selectiva, por caza o extracción abusivos, o por contaminación petrolera y minera. 
Finalmente, pese a que el Perú posee más de 10 millones de hectáreas aptas para la reforestación, sus plantaciones forestales ocupan una extensión ínfima  y son de baja productividad, en especial si se compara esa situación con la de sus vecinos Chile y Brasil. Por todo eso el Perú no cubre su propia demanda, siendo un importador neto de productos forestales.

¿Por qué ocurre eso?

Esto ocurre, obviamente, porque la pobreza y la ignorancia aún predominan en la sociedad, acarreando informalidad y corrupción y asegurando la permanencia de una clase política que solo piensa en darse bien pero no en construir el país que es deseable.  En ese tipo de sociedades lo urgente siempre pasa delante de lo importante y, por eso, todo va de mal en peor. Pero eso no es novedad. Ese contexto sociopolítico tiene muchas facetas que impactan directamente en la cuestión forestal como, por ejemplo, el atraso considerable de la regularización de la tenencia de la tierra en la Selva y que, los pocos que se proponen cumplir las reglas sufren la presión de la burocracia mientras que los que las violan no enfrentan problemas.
Entonces, para el pobre que no tiene alternativa, así como para el rico que sólo piensa en ser más rico en una sociedad sin control social, la única opción viable, además de fácil y rentable, es deforestar para plantar, criar vacas o sacar oro aluvial, y asimismo, degradar el bosque tirando desordenadamente sus maderas y cualquier producto de valor que contenga.
La gestión forestal, en ese contexto, enfrenta dificultades casi insalvables para racionalizar el uso y asegurar la conservación del recurso a su cargo. Pero parte importante de la causa de este escenario tan desfavorable está en el propio sector forestal peruano que persiste en un estilo de gestión que ya demostró no funcionar dada la realidad socioeconómica.

Primer error. 

No aceptar plenamente que los servicios ambientales del bosque natural son más importantes que su rentabilidad económica convencional.
Cualquier análisis económico integral demuestra que el bosque es mucho más valioso por sus servicios ambientales que como productor de madera y otros bienes. Si bien hay una cierta compatibilidad entre ambas opciones de aprovechar los beneficios del bosque, ésta es difícil de alcanzar ya que implica aplicar el concepto de sostenibilidad que, como se sabe, en gran medida es una utopía. Para el futuro de cualquier nación es mucho más importante tener bosques naturales que explotarlos. La madera puede ser reemplazada por otros materiales, como plástico y metales. Pero  la calidad del aire, la disponibilidad de agua, la regulación del clima  y el mantenimiento de la diversidad biológica, son insustituibles y, lo que es más importante, son esenciales para la vida.
Esta realidad ha tomado mayor vigencia con las evidencias de la importancia del bosque tropical como sumidero de carbono tanto en la biomasa como en el subsuelo y del impacto de su liberación con relación al cambio climático. La confirmación de la teoría de los “ríos voladores” cuya fuente es la transpiración de los bosques amazónicos  ha agregado otra dimensión enorme a esas realidades.  El problema es que esos servicios para los peruanos y para la humanidad, a pesar de las interminables discusiones internas e internacionales, no han culminado en pagar efectivamente a los que cuidan del bosque.
La consecuencia práctica de esa situación es, que a pesar de los esfuerzos de la corriente conocida como economía ecológica, los aportes de los servicios ambientales no han penetrado en las mediciones y cálculos de la economía convencional. Es decir que las promesas de retribución concreta, en dólares contantes y sonantes, por conservar bosques para frenar el cambio climático o para proveer agua limpia y regular a las ciudades, no se han materializado.
Pero ese momento, aunque demore, llegará sin duda. Mientras tanto, hay muchas opciones bien conocidas de hacer más rentable el aprovechamiento sostenible del bosque…. Pero todas esas opciones son posibles si existe respeto a la ley… y siempre y cuando la ley sea sensata, lo que no es el caso.

Segundo error.

La responsabilidad del manejo de los bosques naturales  públicos debe ser del Estado, pero este deja el problema al sector privado.
Es preciso recordar que el manejo forestal es la expresión final y la más  decisiva de la gestión forestal. En términos legales, la gestión forestal es en teoría ejercida por el Estado. Pero eso no ocurre con su última y más importante etapa que es el manejo forestal que es delegado en el sector privado.
Si el bosque natural es antes que todo un proveedor de servicios ambientales fundamentales que, por definición, son para la sociedad en su conjunto, la responsabilidad de su conservación y/o uso prudente  debe corresponder principalmente al Estado y no a los eventuales usuarios. Pero no es así.  Desde la primera ley forestal peruana, en 1963 y hasta la actualidad, la responsabilidad primaria del manejo sostenible de los bosques naturales públicos reposa en el sector privado a través de contratos y ahora de concesiones en los bosques de producción, no siendo ejercida directamente por el Estado. Éste, apenas define las normas generales y pretende supervisar su aplicación.  Dicho de otro modo, el Estado actualmente tiene la pretensión de  hacer la gestión del recurso pero deja el manejo, en el mismo bosque, a intereses económicos particulares. La supervisión del manejo es, lamentablemente, muy deficiente y por eso, en la realidad, los madereros o las empresas forestales prácticamente hacen lo que quieren.
Los planes de manejo forestal que son preparados por las empresas para cada concesión son, en general, basados en inventarios forestales deficientes y aunque eventualmente los planes sean de calidad razonable raramente son aplicados y nunca lo son en forma consistente  a lo largo del tiempo. Apenas son documentos rituales para poder explotar, transportar y comerciar la madera. El resultado es que tanto como el 90% de la madera extraída de los bosques naturales amazónicos es técnicamente  ilegal, lo que significa que su extracción compromete la capacidad de esos bosques de continuar brindando los servicios ambientales. Los esfuerzos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), del   Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) y de las administraciones forestales regionales no consiguen evitar esa situación ya que además de no disponer de los medios para hacerlo, tampoco “tienen la sartén por el mango”. Les resulta imposible supervisar lo que ocurre en 17,8 millones de hectáreas, de las que 9,4 millones están concedidos a cerca de 2.000 empresas, sin mencionar otras modalidades de extracción, como 3 a 4.000 permisos y autorizaciones.  Por eso, las concesiones forestales han sido un fracaso en términos de manejo sostenible, como constatado por el Osinfor, por la Defensoría del Pueblo  y, asimismo,  evidenciado por la alta desistencia de empresas concesionarias.
Por esos motivos el cambio más drástico pero indispensable es dar al Estado, la responsabilidad completa sobre el manejo del bosque natural, como la tiene ya sobre la gestión del recurso a nivel nacional. Es decir que los planes de manejo deben ser realizados por las agencias del gobierno competentes, como el antes mencionado Serfor y las administraciones forestales regionales y, esas mismas agencias, deben ejecutar su aplicación.

Tercer error.

Asumir que el manejo de los bosques naturales ejercido por el Estado obstaculizaría el aprovechamiento de los bosques naturales por el sector privado.
La propuesta de que el manejo forestal sea realizado directamente por el Estado no reduce el rol del sector privado que continúa siendo el responsable de extraer la madera del bosque, transportarla, procesarla y comercializarla. Lo único que cambia es que la tan criticada y hasta ahora ineficiente estrategia de dar concesiones grandes -o pequeñas- sobre el recurso forestal es reemplazada por subastas periódicas del volumen y de las especies de madera que pueden ser extraídos del bosque, de acuerdo al plan de manejo de cada unidad de manejo.  El plan de manejo de los bosques administrados por cada unidad forestal debe considerar abastecer, en la medida de lo posible, la demanda de las  industrias localizadas en ese ámbito. Esos planes son, obviamente, discutidos y aprobados con participación plena de todos los actores locales y su aplicación es supervisada con participación de la sociedad local, en especial de las industrias madereras que aprovechan la madera de esos bosques.
Esa es la forma en que se manejan los bosques naturales –a veces reconstituidos y naturalizados- públicos de la mayoría de los países desarrollados, a veces  desde hace siglos, y el buen estado productivo de los bosques en esos países demuestra que funciona bien y que la convivencia entre producción y conservación, aunque difícil, es posible. El sector privado, cuando explota bosques públicos, se libera de todos los costos y problemas que acarrea ser responsable del manejo. Por ejemplo, disponer de profesionales especializados en manejo, gastos de guardianía para evitar invasiones, costosas certificaciones o soportar las supervisiones periódicas por parte de reparticiones del gobierno. Apenas debe, cuándo entra al bosque a sacar la madera que ha comprado, cumplir las exigencias propias de la extracción, establecidas en el concurso al que aplicó.
El costo del manejo por el propio gobierno debe ser cubierto por el precio de la madera en pie –canon forestal- que es vendida por el gobierno. Con esos recursos, cuyo uso siempre es supervisado por  todos los actores locales al nivel de la unidad de manejo mediante consejos de gestión forestal, la autoridad forestal local contrata empresas que construyen las vías de extracción, hacen las labores silviculturales y vigilan el cumplimiento de la ley. Es obvio que eso implica un cierto crecimiento de la administración pública forestal, pero nada que no pueda ser cubierto por la producción maderera de bosques bien manejados.

Cuarto error. 

No dar a la madera de bosques naturales amazónicos el valor que realmente tiene.
La madera de los árboles nativos tropicales debe ser tratada como un producto muy precioso. No solamente por su belleza, raridad y diversidad, sino porque en muchos casos es el resultado de siglos de crecimiento lento, totalmente orgánico y natural. Cedro y caoba, entre tantas otras que tienen gran demanda internacional y que por eso generan hasta operaciones sofisticadas de contrabando y de corrupción, son apenas algunas del más de un millar de especies de maderas valiosísimas y hasta ahora totalmente desperdiciadas. Las maderas “baratas”, que si no son quemadas durante el desbosque, son en general usadas para cajonería, muebles populares o encofrados en la construcción civil cuando, si bien tratadas, son verdaderas maravillas para su uso en mueblería fina u para otros usos especiales y muy nobles.
No importa si se las exporta como productos acabados o semi-procesados o simplemente como trozas. Lo importante es que, desde el momento de su cosecha se las trate como se merecen. Es decir como si fueran la mejor uva para el vino más sofisticado o como si fueran el tabaco de alta calidad que dará lugar a los más finos cigarros. La madera amazónica, cuando escapa al desprecio, desperdicio  y mal trato que se le da en la región, se transforma en muchos de los productos más caros y preciosos del mundo. Se debe, pues, producirla con cariño y cobrar el alto precio que realmente tiene y abastecer una gran demanda crecientemente insatisfecha. Apenas hacer saber y promover la decisión de conducir la explotación maderera a ese escalón de calidad, puede rentabilizar el manejo forestal productivo sin perjuicio para los servicios ambientales.

Quinto error.

Pulverizar la gestión forestal en tres ministerios y en las regiones y en muchas agencias y reparticiones.
De otra parte, en la actualidad, el pequeño sector forestal está literalmente descuartizado entre tres ministerios y los gobiernos regionales.  Una parte está en Agricultura (el Serfor), otra en Ambiente (Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático), otra está en la Presidencia del Consejo de Ministros (el Osinfor) y, finalmente, mucho recae en las desimplementadas administraciones regionales. La separación de funciones no es clara, existe descoordinación así como competencia desleal entre esas agencias tanto por fondos como por poder y, claro, los costos de la gestión forestal son innecesariamente multiplicados.
Aunque en beneficio de la descentralización y desconcentración de la administración pública sea necesario mantener y ampliar la regionalización, las otras tres agencias podrían estar todas reunidas en un solo sector. No hay, realmente, justificación actualmente válida para mantenerlas separadas. Más aún si se lleva en cuenta la absurda división de la gestión del recurso fauna, tema en el que no se entra en esta breve discusión.

Sexto error. 

El comando de la gestión de los bosques naturales debe ser del Ministerio del Ambiente.
Si la función principal del bosque natural y de su manejo es brindar servicios ambientales y si la producción de madera y de otros productos del bosque natural puede lograrse manteniendo razonablemente esa función, su gestión debe ser hecha por el sector del Estado que se ocupa del ambiente. De hecho ya son pocos los países en que la gestión del bosque natural aún se encuentra bajo comando del sector agropecuario, precisamente por las razones antes expuestas. En países donde el desarrollo forestal es muy importante existe una institucionalidad de nivel ministerial propia.  En otros, la mayoría, se le ha asignado a los ministerios que se ocupan del ambiente
Es que hay un antagonismo fundamental entre la función precipua del sector agrario -es decir la producción de alimentos y otros bienes- y la función de conservar los bosques naturales por la importancia de sus servicios ambientales. En efecto, antes de la actual explosión de minería ilegal, la agricultura era la única y aún es la principal causa de la deforestación. El subsector forestal, dentro del sector agrario, siempre ha sido secundario y sometido a decisiones fundamentadas en la constante necesidad de aumentar la producción agropecuaria. Es, en gran parte por eso que el subsector forestal peruano nunca consiguió desarrollarse bien.
El sector Ambiente ya es parcialmente responsable de la gestión de los bosques naturales. En efecto, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) está a cargo de la preservación y manejo, inclusive productivo de bosques en algunas categorías de áreas protegidas, sobre unos 20 millones de hectáreas de bosques y otras áreas naturales. Este sector, asimismo, es responsable por el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático que prioriza, por ejemplo, trabajar en tierras indígenas. Esas dos dependencias deben intervenir en más del 50% de los bosques del Perú y administrar  otro tanto de los  fondos destinados a los bosques naturales en el país.   Nada más lógico, pues, que entregarle el resto.
Es decir que el Serfor debería ser integrado al sector Ambiente y que este, a su vez, debería absorber al Programa Nacional de Bosques y quizá al Osinfor, simplificando la burocracia. El Osinfor fue un resultado del Acuerdo de Promoción Comercial Perú – EEUU, para combatir la corrupción en el sector forestal. Si el manejo forestal es realizado por el propio Estado, el Osinfor pierde parte de su razón de ser. Puede convertirse en un órgano de control interno, aunque para eso ya existen otros mecanismos en cada ministerio.

Séptimo error. 

Escaso apoyo efectivo a la reforestación con fines de producción.
Los bosques naturales son esenciales para mantener servicios ambientales pero los bosques cultivados son o deben ser la base de la producción forestal industrial. Pinos y eucaliptos no se siembran, en general, para mejorar el ambiente y si para producir madera o resinas que alimentan industrias mecánicas o químicas. No hay gran diferencia entre plantar eucaliptos y plantar cacao, café o palma aceitera. Es un tema perfectamente coherente con las responsabilidades de cualquier ministerio de agricultura.
La reforestación con fines industriales merece mucho más atención de la que recibe dentro de un servicio forestal convencional que tiene, como en el Perú, una larga tradición, aunque haya sido poco exitosa, de dedicación al bosque natural. La reforestación merece tener, en la administración pública, en el Ministerio de Agricultura, una institución propia y especializada, con rango elevado, similar al que se otorga a la agricultura o a la ganadería, a las que es en todo comparable. Potencialmente la silvicultura tiene tantas o más posibilidades de expansión que esas dos actividades juntas, especialmente ocupando las tierras deforestadas abandonadas o subutilizadas. Para desarrollar la reforestación en gran escala también se necesita mucha dedicación a la creación de una estrategia de incentivos económicos propia, como se ha hecho para lanzar los programas silvícolas de Chile y Brasil, cuyos PBI forestal son muy importantes gracias a la reforestación y  no a la explotación de sus bosques naturales.
Existe, como siempre, una área gris entre la reforestación para producción y la reforestación para restauración de ecosistemas degradados en la que el objetivo económico directo – producción de madera- es subsidiario al objetivo de conservar el suelo o de garantizar el abastecimiento de agua a centros urbanos o áreas agrícolas. En esos casos, es decir en los que están relacionados al manejo de cuencas hidrográficas, la coordinación intersectorial debe resolver lo que se hace en cada situación.

Octavo error. 

Descuidar los bosques de protección o protectores que en un país montañoso como el Perú son claves para el manejo de las cuencas hidrográficas.
Los estudios disponibles sobre la capacidad de uso mayor de los suelos del Perú indican que en la Selva existen casi 19 millones de hectáreas, es decir grosso modo un 25% de esa región, cuyos suelos sólo serían aptos para ser conservados o protegidos. Aunque esa cifra puede ser discutible es evidente que la mayor parte de los bosques naturales de la Selva Alta y muchos de los que están en Costa y Sierra no deben ser eliminados pues se encuentran en pendientes muy fuertes, altamente erosionables y porque captan y acumulan agua. Mantenerlos no solo permite evitar desastres naturales que afectan vidas e infraestructuras sino que garantiza el abastecimiento de agua de calidad para las ciudades y agricultura de los valles, mantiene estable el caudal y el cauces de los ríos  y, también alberga gran parte de la biodiversidad y del potencial turístico del país.
Pero los bosques de vocación protectora -el término incluye toda la vegetación natural- no se restringen a los que cubren las fuertes pendientes andinas. En realidad la función protectora del bosque y de la vegetación natural se extiende asimismo a las riberas de ríos, lagos y lagunas; a las nacientes de agua, al tope de las montañas, a la que cubre y fija las dunas, etc. Sin la vegetación protectora en la borda de los ríos estos reciben muchos sedimentos, salen del cauce y destruyen cultivos y viviendas, la calidad del agua que conducen se deteriora y, por ejemplo, en el caso de las dunas, éstas avanzan sobre los pueblos y la agricultura.
Lo curioso es que a pesar de lo anterior, que es indiscutible, los únicos bosques de protección y protectores que existen en el Perú cubren apenas 570.000 ha, es decir poco más del 0,8% de lo que realmente debería estar muy bien cuidado apenas en la Selva y quizá apenas 0,4% de lo que debería estar protegido en todo el territorio nacional. Es verdad que parte de los bosques con vocación protectora ocurren, en mayor o menor proporción, dentro de la mayoría de las áreas naturales protegidas, tales como parques, santuarios y reservas nacionales o comunales -que dependen del Sernanp- y en algunas otras áreas naturales protegidas regionales o particulares.    Quizá se cubra así hasta un 20% de lo que debería ser protegido en la Selva bajo el criterio de bosques de protección.   El resto, o sea la mayor parte de esos bosques, está dentro de tierras públicas no alocadas y en gran parte dentro de tierras de comunidades campesinas y nativas y, obviamente, también en propiedades privadas, grandes o pequeñas.
Esta situación deriva de un error iniciado con la ley forestal de 1975 y que, como otros errores, ha sido perpetuado en las leyes siguientes. El resultado es que, para defenderlos, se ha optado por crear una categoría especial de área natural protegida con el nombre de “bosques de protección” (Sernanp)  que requieren de un complejo ritual de creación, planos de manejo, presupuesto individual para infraestructura, personal, etc.  Por eso es que se crearon tan pocos y se abandonó la mayor parte. Ocurre que es simplemente imposible cuidar esos bosques en forma individualizada. Esos bosques cubren una extensión enorme y están en todas partes. Por eso, en casi todos los demás países del mundo, ese tipo de vegetación protectora es protegido por el simple efecto de una ley y no requiere declaraciones específicas que son apropiadas para las verdaderas áreas naturales protegidas, cuya función primordial es la conservación de muestras representativas de los ecosistemas y de la biodiversidad.
Decidir cuál es el pendiente límite -en general por encima de 45º- o el ancho del bosque a ser protegida en la ribera de los cursos de agua –que depende del caudal- es un tema técnico, variable con una serie de situaciones, que debe ser reflejado en la ley.  Pero, las normas deben ser claras y muy simples de aplicar y verificar. La responsabilidad de proteger esos espacios es de cada ciudadano y de cada propietario y, como en el Brasil entre otros países, ese tipo de legislación es estrictamente aplicado por las autoridades agrarias, forestales y ambientales y asimismo por el Ministerio Público, pues no respetarlo implica perjuicios graves a toda la sociedad.  En el Brasil la falta de respeto a esa legislación implica imposibilidad de conseguir préstamos agrarios; venta, compra o alquiler de propiedades rurales, además de multas y de la obligación de recuperar o compensar los bosques destruidos.

Conclusión

Hay algunos aspectos de la gestión forestal del último medio siglo que funcionaron bastante bien. Ese ha sido el caso, en especial, del tema de las áreas naturales protegidas que a pesar de las limitaciones presupuestales  ha asegurado la conservación de la mayor parte de la diversidad biológica del Perú y estimulado un creciente turismo nacional e internacional, entre otros progresos indiscutibles. Pero, como visto, ese no es el caso de la gestión de los bosques naturales  productivos ni, por otras razones, la de los cultivados.
No tiene sentido continuar haciendo lo mismo que no funcionó durante más de medio siglo. Siempre es difícil cambiar la rutina o ir contra las tradiciones que se perpetúan en las burocracias y en las universidades. Pero no es imposible. Y, si se desea que los bosques peruanos contribuyan real y efectivamente al desarrollo nacional, es urgente rediseñar la política forestal y reformar la legislación".

domingo, 19 de agosto de 2018

Aplanamiento de montañas y su dinámica con el cambio climático

La teoría del aplanamiento de montañas es en estricto una conjetura realizada por el suscrito que abarcó décadas de investigaciones científicas en diversas cuencas, asumiendo que las masas de terreno que se elevan por encima del suelo que lo rodea, aparentemente macizos producidos por movimientos orogénicos y procesos geológicos externos - meteorización, erosión, transporte y sedimentación - constituyen en realidad sistemas dinámicos excitados por influencia antropogénica y el cambio climático (alteración en el ciclo hidrológico,meteorológico...), que incrementan los procesos de degradación del suelo en cuencas (erosión acelerada, contaminación química, salinidad y desertificación), con efectos predecibles en salud pública, economía circular e inversiones en actividades, productos y servicios sostenibles; cuyos impactos son susceptibles de ser mensurados mediante simulaciones y modelamientos, especialmente en ciudades.
La explicación sencilla se tornaría en compleja si es que se llegara al nivel de detalle al describir los procesos (físicos,químicos,biológicos...) que existen y no se aprecian a simple vista, pero que en la praxis existen como es en el caso de los neutrinos para explicar la actividad de las partículas subatómicas.
Con estas consideraciones previas, presentaré mi análisis genérico en el proceso evolutivo terrestre-humano,situándolo en el aplanamiento de los Andes y los efectos de sus impactos, particularmente en Perú.

Reloj de la evolución terrestre

Hace unos cuatro mil quinientos millones de años se habría formado La Tierra, algunos científicos hacen esta aproximación pese a que las rocas que se conocen con mayor antigüedad datan de hace tres mil ochocientos millones de años en tanto que estimamos que la vida multicelular sobre la tierra surgió hace mil trescientos millones de años.Los restos mas antiguos del hombre (como Homo sapiens) datan de hace trescientos quince mil años (marruecos). La evidencia más antigua de comportamiento del Homo sapiens moderno son las de Pinnacle Point (Sudáfrica) con ciento sesenta y cinco mil años. El desarrollo de la agricultura y de la ganadería permitió al ser humano asentarse y vivir de forma permanente en terrenos fijos, originando ciudades. Así,aparece hace doce mil años la ciudad de Pekin en China y surge la ciudad de Caral en Perú hace cinco mil años.
La esperanza de vida humana no supera los ciento veintidós años, según registros especializados, en tanto que actualmente el promedio de esperanza de vida a nivel global del planeta es de ochenta y dos años; lo cual explica la necesidad de contrastar las escalas de tiempo geológico y del ser humano para situar la perspectiva de este análisis que incorpora el contemporáneo acelerado progreso científico y tecnológico alcanzado por la humanidad.

Presión demográfica

Hace cuatrocientos años, la población que habitaba el planeta tierra era un poco más de quinientos millones de habitantes llegando en la actualidad a cifras que bordean los siete mil quinientos millones de personas. En este lapso, se llegó a un proceso del poblamiento del planeta reportándose cada doce años el incremento de mil millones de habitantes, los cuales demandan cada vez de mayores recursos y espacio de la naturaleza para poder vivir.
La inapropiada distribución espacial de esta población en el proceso evolutivo, genera distorsiones (escasez de recursos,contaminación...) al ocupar espacios de la naturaleza que luego ésta reclama.

Montañas y cuencas de drenaje

Las superficies de los continentes fueron surcados en diversas formas y diferentes sentidos, obteniendo aislamiento entre valles, algunas de tierras altas y prolongadas. Las formas (tipo aguja,chatas,cono truncado ...) que toman las cimas en las montañas generalmente dependen de la naturaleza de las rocas que  componen las grandes masas macizas de terreno elevado o cordilleras de montes. Así, es posible describir las dos grandes faces como las vertientes,su intersección la cumbre y la parte inferior es el pie. El tipo de línea ( recta,curva o mixta) que forma la cumbre es la que separa las aguas que corren de ambos lados de la cordillera ( divortium aquarum).La inobservabilidad de las dimensiones existentes en la relación del deshielo en glaciares, nieves y hielos existentes en altas cumbres, con las aguas pluviales, área de drenaje, procesos geológicos externos y el cambio climático, están ligadas al hecho que el sistema dinámico que los integra, sólo serán relevantes al visualizarlos a gran escala integrando el tiempo y espacio. Toda vez que los glaciares Andinos son locales, siendo de extensión limitada y su existencia está ligada a las bajas temperaturas y cantidad de precipitación que reciben las altas montañas; éstos fueron influenciadas por la dinámica del cambio climático verificándose en Perú la pérdida del cincuenta y siete por ciento de la cobertura de sus glaciares en estos últimos cincuenta años. Corriendo modelos con indicadores apropiados, es posible obtener aproximaciones del impacto en las cuencas de drenaje alcanzadas con la precisión de mediciones convencionales.

Aplanamiento de los Andes

Una vez definido el sistema para el balance de masa, observamos que las tierras que conforman la costa y selva en Perú, con la evolución terrestre, se fueron revistiendo y constituyendo en suelos de naturaleza aluvial producto del aplanamiento de los Andes que traslapa la Sierra,configurando típicos ecosistemas de montañas con importante aporte en las fases del ciclo hidrológico y la reserva total de agua dulce del planeta. Por extensión, las mismas consideraciones podrían aplicarse para los casos de otros países Andinos como Colombia, Bolivia y Ecuador. Esta dimensión fue considerada en obras de ingeniería realizadas en la época del imperio incaico, donde se contrarrestó la erosión manejando sistemas de drenaje para la escorrentía pluvial, disipando la energía en sus diversas formas  ( nevadas,heladas..) en distintos pisos altitudinales y adecuándose a la morfología del lugar, lo que da cuenta del conocimiento de los procesos que involucran la relación del hombre y la naturaleza. El Qhapaq Ñan (sistema y red de caminos inca) constituye un ejemplo de este tipo de obras, que integraron a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

Degradación de suelos en el flanco oriental de los Andes

El flanco oriental de los Andes constituye una importante depresión geológica, entre los andes tropicales y el océano Atlántico que conforma la cuenca amazónica. El sistema de drenaje que aporta aguas al río Amazonas es compartida por Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, Brasil,Venezuela y Guayana.
Las fluctuaciones en el ciclo hidrológico evidenciadas en el tiempo, muestran importantes efectos en el caudal del río Amazonas -cuya descarga en promedio de ciento cincuenta mil metros cúbicos por segundo de agua dulce al océano Atlántico se ve alterada -  con lo cual desplaza no menos importantes volúmenes de suelos erosionados y otros sedimentos. 
La batimetría efectuada para afluentes del río Amazonas en Perú ( Marañon, Ucayali, Huallaga,Napo...) muestran importantes aportes de sedimentos que acompañan a los registros del aumento de caudal y riesgos de desbordesComo consecuencia del tectonismo y de los efectos de la denudación fluvial y pluvial, se modifican progresivamente las unidades geomorfológicas de la cuenca.
Un indicador del transporte de sedimentos y avance de la erosión registrado por la data de la Marina de Guerra del Perú para un periodo de sesenta y siete años (1948-2015) reporta un avance del río amazonas sobre el río Itaya de cuatro mil ciento dos metros , así como la modificación de la isla Iquitos (isla padre) y el mapa geológico producido por el instituto geológico,minero y metalúrgico. El registro de las vaciantes de los ríos, dan muestra de la magnitud del proceso geológico externo seguido y su dinámica frente al cambio climático.
Tomando como punto de control los registros realizados en la ciudad de Iquitos (Perú) se reportaban cuarenta años atrás el transporte de un millón setecientos mil toneladas de sedimentos por año, producto del desvestimiento de los Andes. En este lapso,mirando el frente oriental andino, se trasladaron sesenta y ocho millones de toneladas de sedimentos de los Andes peruanos sólo en ese punto de control del río Amazonas.

Degradación de suelos en el flanco occidental de los Andes

Cincuenta años atrás las mediciones de los factores de degradación de suelos registrados  para la faja árida costera peruana, pusieron mayor énfasis en la erosión fluvial producido por alrededor de cincuenta y dos ríos que descienden del flanco occidental de los Andes, sesgando el territorio de este a oeste. Las lineas de corriente y energía desplazada fluctuaban por el caudal trasladado en estos cincuenta y dos ríos que presentaban abundante agua durante los meses de enero a marzo y de los cuales, sólo alrededor del cincuenta por ciento vertía agua durante todo el año.
También hace medio siglo atrás, la erosión lateral intensa y el depósito de materiales frescos se evidenciaban en la época de avenidas. En ese entonces, ya se identificaba al Boro como un elemento abundante en suelos aluviales de la costa sur, máxime entre Yauca (Arequipa) y Caplina (Tacna).
Tecnologías modernas permitieron identificar un patrón climático que registra la oscilación de los parámetros meteorológicos del Pacífico ecuatorial cada cierto número de años; así fue posible determinar que la intensidad de los fenómenos presentados impactan sustantivamente en las relaciones potenciales existentes entre los registros mensuales de caudales sólidos y líquidos. Estos cambios en las relaciones potenciales reflejan los cambios en la dinámica de los procesos climáticos y físicos hidrológicos que ocurren con mayor énfasis en la costa norte peruana durante la ocurrencia de los fenómenos El Niño y La Niña.
En este contexto, las importantes pérdidas  de suelos de los Andes por acción erosiva de las corrientes de agua también se puede mensurar por el frente occidental andino con la intensidad del fenómeno de El Niño y sus eventos extraordinarios, que en el último siglo ocasionaron importantes daños materiales,económicos y pérdida de vidas humanas.
Las grandes descargas fluviales van acompañadas de enormes cantidades de sólidos, siendo que las avenidas que ocurren durante el Fenómeno de El Niño se caracterizan por su larga duración y por consiguiente, alcanzan valores instantáneos muy altos, incorporando importantes volúmenes totales descargados. En los volúmenes precitados, se incorpora parte de las miles de toneladas diarias de residuos sólidos dispuestas inadecuadamente por el hombre en botaderos a cielo abierto y que son trasladadas eventualmente por la escorrentía superficial .
Degradación de suelos en los Andes peruanos con transporte de sedimentos a la costa.
Como un hito se encuentra la presencia extraordinaria de dos Fenómenos El Niño con un intervalo de quince años ( 1982-83 y 1997-98), trasladando sólo en el río Piura - como primer punto de control- un caudal que supera los veinte millones de metros cúbicos, trasladando sedimentos en suspensión - con las características siguientes:
En 1983 la crecida fluvial del río Piura tuvo una duración de seis meses y el volumen total descargado fue de once millones cuatrocientos setenta mil metros cúbicos, en tanto que en 1998, duró cuatro meses y llegó a ocho millones novecientos veintiocho mil metros cúbicos (registradas en la estación Puente Sánchez Cerro).
Al considerar el segundo punto de control del transporte sólido total en el río Santa, se tiene que fue de ciento setenta y tres millones de toneladas para el periodo 1979-1986 y que del gran total, mas de la mitad pasó como consecuencia del primer evento extraordinario de El Niño. Asimismo el estimado del caudal sólido del río Santa era de veintiocho millones de toneladas, como promedio plurianual.
Al agregar mas puntos de control, podremos notar la dimensión sideral que toma la degradación de los suelos ; el tercero, la cuenca del río Chira-Catamayo (sobre su lecho se encuentra la presa Poechos) para el periodo comprendido entre los años 1976-1999 (veinticuatro años), tenía una erosión específica media del orden de mil trescientos toneladas por kilómetro cuadrado por año ; el cuarto, el río Jequetepeque (sobre su lecho se encuentra la presa Gallito Ciego), con un estimado de transporte sólido anual de tres millones de metros cúbicos.
Sumados con otros puntos de control en ríos de la costa norte peruana, se puede comprobar un evidente contraste en el transporte sólidos variable de un año a otro, pero con un aumento gradual que llega a superar los treinta millones de metros cúbicos en un sólo año.
A la degradación natural de los suelos en el flanco occidental de los Andes, se le incorpora la influencia antrópica con la siembra de cemento en la franja desértica costera que es donde se localizan seis de cada diez personas que viven en territorio peruano. Un caso singular de degradación de suelos y ecosistemas es la ciudad de Lima, capital de la República peruana que progresivamente se empoderó de recursos de tres cuencas (Rímac,Chillón y Lurin). La densidad poblacional de Lima la convierte en la segunda ciudad mas poblada del planeta con características de ecosistema de oasis desestabilizado, que alberga al treinta por ciento de la población peruana y no llega ocupar el tres por ciento del territorio total del país.

Contaminación química

A la probada erosión acelerada de los suelos presentada tanto en el flanco oriental como occidental de los Andes en territorio peruano, trasladando por ambos flancos millones de toneladas de sedimentos cada año, se trasladan con ellos metales como oro, plata.... y metales pesados tóxicos como el mercurio, plomo,cadmio, arsénico, entre otros metales y no metales. 
Los pasivos ambientales industriales y particularmente los pasivos ambientales mineros derivadas de la pequeña y mediana minería que contribuyen a la formación de drenaje ácido de roca (alta acidez con componentes sulfurosos en su composición) y elevado contenido de metales tóxicos pesados disueltos, contaminan los cuerpos de agua, tanto superficiales como subterráneas; asimismo, las operaciones mineras exentas de un adecuado cierre de minas, sumadas al proceso natural de oxidación de minerales sulfurados que son vertidos sin tratamiento previo, son parte del escenario que impactan los ecosistemas frágiles y vulnerables de diversos pisos altitudinales del país. 
La distribución de los contaminantes puede registrarse en las fases particulada (sedimentos) y soluble (agua) de los ríos, distribución  que es factible ser influenciada por la materia orgánica presente. Los niveles de riesgo para el ser humano y el medio ambiente aumenta en el momento en que hay un cambio del metal pesado tóxico contenido en los sedimentos que puede pasar de la fase particulada a la fase soluble.
En el periodo 2006-2016, el inventario de pasivos ambientales mineros existentes en Perú pasó de ochocientos cincuenta a ocho mil ochocientos cincuenta y cuatro, evidenciando la correlación con el proceso de degradación del suelo antes expuesto.
Otra fuente de contaminación química es atribuida a las aguas residuales municipales cuyo vertimiento a cuerpos de agua impactaban los ecosistemas frágiles, pues hace veintidós años atrás, sólo se trataba el dos por ciento de aguas residuales municipales producidas en el país y este tratamiento estaba focalizado en la ciudad de Lima.
El año 2015 se trató el sesenta y cinco por ciento del total de las aguas residuales producidas por veintiocho empresas prestadoras de servicios de saneamiento , de un total de cincuenta reguladas. Las restantes no reportaron tratamiento de aguas residuales.
Un componente importante en este escenario de contaminación también resulta el aporte de pesticidas y fertilizantes utilizados en Agricultura que se transportan por acción del agua o el viento variables con el cambio climático.

Impacto producidos por Bioacumulación de contaminantes y otros

Con la finalidad de limitar la extensión de este apunte, me limitaré a citar las evidencias científicas genéricas y algunos casos puntuales de los ingentes daños producidos por el proceso natural expuesto sumadas a la intervención antrópica sobre la población afectada (salud,vivienda...), conectividad (destrucción de puentes, carreteras...) la producción e infraestructura (destrucción en estructuras hidráulicas, pérdida de vida útil, colmatación), desertificación .... que impactan negativamente sobre la economía y el desarrollo sostenible del país.
El estudio desarrollado por el Instituto de Ciencia Carnegie de los Estado Unidos de Norteamérica en el periodo 2008-2011 "Niveles de Mercurio en Peces de Madre de Dios utilizando a peces como bioindicadores” demuestra como el mercurio ingresa a la cadena trófica afectando finalmente a la salud humana.
En el año 2011 el instituto geológico,minero y metalúrgico, efectuó la geoquímica ambiental en la cuenca del río Pisco monitoreando en ciento treinta y un estaciones; los resultados analíticos para instrumentos de gestión aplicados de sedimentos indicaron valores altos  de arsénico, cadmio,cobre,plomo y zinc, motivo por el cual se recomendó remediar el área de influencia de los ríos Chiri y cuenca media del río Pisco.
La alta morbilidad por cuencas contaminadas y la mortalidad de la población local, generaron progresivas intervenciones y exhortaciones de organismos internacionales y nacionales como es en el caso de la defensoría del pueblo , están documentadas en el tiempo.
Esta probado que los pasivos ambientales, tanto estáticos como dinámicos, ponen en riesgo la salud y vida humana, eventualmente causando daño ambiental.
Con ecosistemas afectados por asociación al proceso expuesto ( reducción de napa freática, intrusión marina, salinidad de suelos, ,metales pesados , compuestos nitrogenados, fosforados, contaminación bacteriológica,conectividad...) en cuencas que son utilizadas como despensa para proveer alimentos a ciudades que no cuentan con suficiente suelos agrícolas, se pone en riesgo la salud alimentaria del mercado interno y así mismo frente al mercado externo cuando los productos de exportación pudieran ser observados si incumplieran las normas del codex alimentarius.
Las poblaciones impactadas son altamente vulnerables, registran problemas de desnutrición crónica, anemia y diversas enfermedades que afectan la salud pública, tal como fuera registrada por la cadena de noticias BBC en Madre de Dios.
Asimismo, el Estado participa con la declaratoria de emergencia sanitaria y/o emergencia ambiental, sin embargo, la respuesta reactiva es coyuntural y no responde a una prédica de planificación estratégica en el marco de la mejora continua.
Por el lado positivo, se abren ventanas de oportunidades, tal como es en el manejo de miles de kilómetros cuadrados de suelos para uso agrícola y aptitud forestal en zonas transportadas y sedimentadas , así como poner en valor los servicios ambientales de los recursos como el agua dulce. 

Retos de la gobernanza ambiental en el aplanamiento de los Andes

En países andinos se realizaron esfuerzos para reducir las causas que producen la degradación del suelo y en este contexto, el deterioro del ecosistema de los bosques andinos tropicales de Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador; vale decir, se intentó mitigar la deforestación (con mayor éxito en unos países que en otros), asimismo reducir el uso no sostenible de recursos forestales (maderables y no maderables),y renovar el compromiso para afrontar en mejores condiciones el cambio climático.
El proceso para reducir las causas en Perú se inicia hace cuarenta años atrás pero con un sesgo de restauración ecológica que estuvieron relacionadas con la agricultura y el agua. En esa época se creó el Programa Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos (Pronamachs) del Ministerio de Agricultura. El programa tenía como fin, mediante la reforestación, recuperar el ambiente ecológico y mejorar la producción agrícola, mas no desde una visión de manejo integral de cuencas hidrográficas para manejar el proceso del aplanamiento de los Andes.
Al tomar como punto focal la realidad peruana sobre el particular, realizando un balance y perspectivas de sus doscientos años de vida Republicana, se tiene una incipiente gobernanza ambiental producto de una ineficaz división política, donde el gobierno y administración del medio ambiente y los recursos naturales fue mejor manejado en unos departamentos que en otros; lo propio sucedió con la sectorialización de autoridades ambientales, lo que produjo que existiera diferencias marcadas en cuanto al crecimiento y desarrollo de algunas localidades. Por ello , en términos generales , el reciente crecimiento económico en Perú no fue uniforme y gran parte de las inversiones públicas no fueron sostenibles. 
En este contexto, uno de los retos pasa por detener las causas antrópicas que producen la deforestación y recuperar las áreas degradadas en el país reduciendo la atomización de poblaciones de montaña y la acelerada desruralización del país para bajar la presión demográfica en las ciudades,particularmente de la costa peruana y Lima.

Desafíos de la gobernabilidad ambiental para manejar el tema

Sin perjuicio de las aproximaciones numéricas y teorías sobre aplanamiento de montañas o cambio climático, es apropiado mirar el derecho al uso de nuevas tecnologías que permite el adelanto científico y la modernidad para mejorar la calidad de vida del hombre y su medio ambiente donde vive.
A la luz de las evidencias expuestas, sería recomendable que se implementen instrumentos de gestión ambiental apropiados a los ecosistemas de montañas, así como mecanismos de control que sintonicen con las políticas, planes y programas ambientales , en los niveles de gestión de los gobiernos para países andinos.
En el caso específico del Estado peruano, éste tiene el desafío de crear las condiciones para prevenir, restaurar y reforestar áreas degradadas, con la participación del sector privado, comunidades indígenas, cooperación internacional, académicos,y población en general.
La agenda ambiental pendiente que debiera ser atendida oportunamente por las instancias y autoridades correspondientes en cumplimiento de leyes  peruanas y el derecho internacional, no pasa solamente por hacer reingeniería de los procesos y adecuación de las instituciones responsables, sino de socializar una cultura ambiental multisectorial y transdisciplinaria con proyección a las futuras generaciones.
El desarrollo de una cultura y ética ambiental coadyuvará en el eficiente manejo integral de cuencas, mejorando las condiciones de valor compartido, economía circular, inversiones sostenibles y salud pública.  
Un indicador de los progresos alcanzados, será el desarrollo de importantes proyectos con inversión privada y minera ligados a la agricultura y la gran minería en un país de tradición minera como es el caso del país de los incas.
Fuente: Ministerio de Energía y Minas;Ministerio de Economía y Finanzas (2018)