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sábado, 19 de junio de 2021

Voto independiente definió al presidente del bicentenario en Perú

Culminado el procesamiento y contabilización del 100% de actas en la segunda vuelta electoral, los organismos electorales competentes ONPE y JNE, procederían a proclamar y acreditar al virtual flamante mandatario peruano, el profesor José Pedro Castillo Terrones.
El factor que desequilibró la balanza en favor del triunfador fue el voto independiente, que llevará a la casa de Pizarro al mandatario del bicentenario de la independencia del Perú para el periodo 2021-2026.
Una lectura que nos brinda las cifras difundidas por ONPE, indican que los electores hábiles en este proceso fueron 25.287.954 como parte de la población total peruana de 33.412.978 habitantes.
En este escenario, se ubicaron a los 1.930.762 ciudadanos que eligieron a la segunda fuerza política del país.
Fuente : ONPE_ Nivel de participación ciudadana respecto a electores hábiles en Perú.
En la segunda vuelta electoral , participaron una suerte de electores forzosos que debían elegir entre las dos opciones democráticas que quedaron en carrera.
Se sumaron 6.860.968 votos a la segunda fuerza política, los cuales pertenecían a la mayoría de los partidos políticos que quedaron fuera de carrera y algunos indecisos; en tanto que a la opción que quedó en primer lugar se integraron 6.111.218 votos de independientes y una minoría de partidos políticos que no pasaron la primera vuelta electoral. 
Fuente: ONPE_ Voto independiente influyó decisivamente en 2da vuelta electoral en Perú -2021 
En este escenario, el triunfador obtuvo 50.125 % que equivale a 8.835.970 votos y el segundo acumuló 49.875% equivalente a 8.791.730 votos.

El Dato

El 28 de Julio del 2021 - en treinta y nueve días calendario- se tiene prevista la sucesión de mando en cumplimiento del ordenamiento legal vigente en el país.

sábado, 13 de junio de 2020

¡ Perú No, Lima podría haberse convertido en epicentro COVID !

A mayor abundamiento de mi última publicación "Efecto COVID-19 en Perú al 13 de Junio del 2020", replico una interesante descripción sobre el particular que bajo el título "El virus exhibe las debilidades de la historia de éxito de Perú" escrito por Mitra Taj y Anatoly Kurmanaev,  el New York Times hace una referencia a una profunda desigualdad y corrupción que frustraron las medidas que el país tomó al preparar la respuesta ante la pandemia del COVID-19 en los siguientes términos :
"El presidente Martín Vizcarra siguió los mejores consejos cuando el coronavirus llegó a Perú. Ordenó uno de los primeros y más estrictos confinamientos de América Latina y lanzó uno de los mayores paquetes de ayuda económica para facilitar a los ciudadanos que se quedaran en casa. Compartió detallados datos de salud con el público, se apresuró a agregar camas y ventiladores a los hospitales y aumentó el número de pruebas.
Con robustas arcas públicas y niveles récord de aprobación, el gobierno centrista de Vizcarra parecía estar bien preparado para enfrentar la pandemia.
Sin embargo, en vez de ser aplaudido como modelo, Perú se ha convertido en uno de los epicentros más críticos del coronavirus en el mundo: sus hospitales están abrumados y la gente huye de las ciudades. La crisis ha estropeado el barniz de progreso económico de Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia.
“Nos pidieron todos quedarnos en casa, pero hay muchas personas que no tienen ahorros, y eso ha sido imposible. Nos pidieron lavarnos las manos, pero solo uno de cada tres hogares pobres tiene acceso a una red de agua potable”, dijo Hugo Ñopo, investigador en el grupo de análisis Grade. Solo la mitad de los hogares peruanos tiene refrigeradoras, agregó, lo cual obliga a muchas familias a volver a diario a los mercados abarrotados, una importante fuente de contagio.
La tragedia de Perú se desarrolla en medio de una explosión más amplia del virus en América Latina, que de un remanso pasó a ser un epicentro de la pandemia en los dos últimos meses. Cerca de 1,5 millones de personas han dado positivo en la región y los expertos dicen que el número real de infecciones es mucho mayor.
Las cifras siguen aumentando de manera pronunciada y lo peor parece estar lejos de terminar. Con el invierno a punto de llegar en la parte sur de la región y la temporada de huracanes en el norte, la Organización Mundial de la Salud advirtió esta semana que las condiciones climáticas adversas podrían llevar a un nuevo aumento de las infecciones y entorpecer la respuesta a la pandemia.
Perú tiene alrededor de 6000 muertes confirmadas de la COVID-19 y más de 200.000 infecciones, y los expertos dicen que las cifras se quedan cortas al reflejar la verdadera dimensión de la tragedia. En mayo, la tasa de mortalidad en Perú —por todas las causas— fue el doble que el promedio de los últimos años, según los datos recopilados por The New York Times, lo que sugiere un número de muertes por coronavirus de dos a tres veces la cifra confirmada por laboratorio. Muchos pacientes con síntomas fallecen sin que se les haga una prueba.
La ferocidad del brote de la enfermedad en Perú rivaliza con la del vecino Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro —a diferencia de Vizcarra— ha ignorado en gran medida los consejos de los especialistas y se ha rehusado a tomar medidas para controlar el contagio.
“Los resultados no han sido los que exactamente esperábamos”, dijo Vizcarra el mes pasado. “Esta no es solamente una crisis de salud, es una crisis social y económica sin precedentes”.
Antes de la pandemia, las cosas estaban mejorando para Eduardo José Domínguez, de 29 años, quien administraba una tienda de sándwiches en las afueras de Lima, la capital de Perú. Pero cuando la tienda se cerró por el confinamiento, él tomó trabajos ocasionales como carpintero o vigilante nocturno para pagar las cuentas, y trabajó unas 15 horas al día hasta que se puso tan enfermo con los síntomas de la COVID-19 que apenas podía caminar.
“Solo quería dar sustento a su familia”, dijo su esposa, Ana Ponte.
Durante días, dijo, solicitó ayuda médica mientras su esposo se iba quedando sin aliento por falta de aire, pero le dijeron que los hospitales no estaban admitiendo nuevos pacientes. El día que murió, ella intentó en vano reanimarlo, mientras esperaba una ambulancia que llegó demasiado tarde.
El rápido descenso de Perú —de historia de éxito a calamidad regional— ha desanimado a sus 32 millones de habitantes y provocado un examen de conciencia nacional.
Años de fuerte crecimiento económico impulsado por las exportaciones mineras y agrícolas, así como por políticas financieras prudentes, habían convertido al país en una rara estrella en el horizonte de estancamiento latinoamericano. Bajo una serie de presidentes proempresariales, millones de peruanos escaparon de la pobreza en este siglo, lo que les permitió enviar a sus hijos a escuelas privadas, instalar agua potable o iniciar pequeños negocios.
Pero el confinamiento ha expuesto la fragilidad del progreso económico de Perú, dijo Pablo Lavado, economista de la Universidad del Pacífico en Lima. Dos décadas de crecimiento económico elevaron muchos ingresos pero no abordaron la profunda desigualdad y trajeron pocos empleos estables y poca inversión en atención médica, lo que redujo la efectividad de las medidas contra la pandemia del presidente Vizcarra.
Lavado dijo que muchos peruanos se encuentran en la misma situación que Domínguez: obligados a correr el riesgo de contraer el coronavirus en lugar de quedarse en casa y caer en la pobreza y el hambre.
“En Perú nos congratulábamos por empezar a ser un país de clase media”, dijo. “Pero resulta que es una clase media muy vulnerable, muy frágil”.
Otro obstáculo ha sido la corrupción arraigada que Vizcarra prometió enfrentar cuando asumió el cargo hace dos años. Tres ex presidentes de Perú han estado en la cárcel en relación con una investigación en curso sobre sobornos, al igual que la líder de la oposición. Otro ex presidente se suicidó el año pasado para evitar ser arrestado y otro más está encarcelado después de múltiples condenas por violaciones a los derechos humanos, malversación de fondos y abusos de poder.
Los fiscales anticorrupción han abierto más de 500 investigaciones desde que comenzó el confinamiento, el 16 de marzo, y a menudo investigan informes sobre funcionarios que se embolsaron dinero destinado a ayuda alimentaria o equipos de protección personal. Más de veinte casos tienen que ver con la policía o las fuerzas armadas.
Los programas de ayuda no han llegado a muchas de las personas que los necesitan. Sin trabajo y temerosos del virus en las ciudades abarrotadas, decenas de miles de peruanos han regresado a sus pueblos de origen, muchos de ellos a pie. Algunas personas han empezado a mendigar de puerta en puerta.
Entre los más vulnerables está el casi millón de migrantes venezolanos que desde 2016 habían llegado en masa a Perú desde su devastada tierra natal en busca de mejores condiciones de vida. No son candidatos para recibir los estipendios del gobierno y carecen de redes familiares cercanas en las cuales apoyarse, por lo que miles de ellos han emprendido el arduo viaje a pie de regreso a Venezuela.
Domínguez, quien llegó a Perú hace dos años, estaba entre los venezolanos que se quedaron.
Había ganado lo suficiente como para que él y Ponte tuvieran un segundo hijo el otoño pasado, una decisión que habían pospuesto durante años. Este año planeaba visitar Venezuela con sus primos, ansioso por presentarles a su hijo recién nacido.
Cuando una ambulancia llegó a su casa, minutos después de su muerte, los médicos le dijeron a Ponte que no disponían de pruebas para confirmar si tenía coronavirus; su esposo sería uno más entre las legiones de posibles víctimas no incluidas en el recuento oficial. Y dijeron que no tenían dónde almacenar su cuerpo.
“La ayuda no llegó. La ayuda no llegó. Yo lloraba a gritos y nadie vino”, dijo Ponte, mientras lloraba y el cuerpo de su esposo yacía en una bolsa afuera de la habitación donde estaba sentada en una cama con su hijo de diez años y su bebé de ocho meses". 

viernes, 20 de marzo de 2020

Gestión del agua & Servicios de salud pública frente al coronavirus

La lucha contra la Pandemia que ocasionó la nueva cepa del Coronavirus (COVID-19) tendrá probablemente futuras batallas, por lo que muchos países del planeta deberán prepararse para una eventual segunda oleada. A medida que avance la primavera y el verano en el hemisferio boreal, el número de casos puede tender a disminuir, como ocurre con otros virus respiratorios sensibles a las temperaturas ambientales altas y humedad baja.
La epidemia podría entonces presentar un aumento de casos en el invierno del hemisferio austral. Llegados a este punto podría inclusive reactivarse una tercera oleada durante el invierno 2020-2021 en el hemisferio norte a partir los casos diseminados que hayan superado el verano o bien de los importados del hemisferio sur.
Países como China, Italia, España... que ya sufrieron el primer embate de un virus cuyas características se van conociendo en la medida que éste infecte y afecte a organismos humanos según características transmitidas genéticamente y escenarios con diversos modelos de gestión del recurso agua y de los servicios de salud pública.
Algunos países con mayores recursos económicos  ven - como alternativa para no repetir experiencias pasadas nada gratas - que dentro de algunos meses se podrá obtener una accesible,eficaz y efectiva vacuna contra el COVID-19 ; mientras tanto, otros países continúan librando su propia lucha local y en ese contexto es que se ubican países en la región de la Américas, fortaleciendo sus capacidades de gestión en el campo de la medicina preventiva para no relegar su opción a tener un futuro diferente.

Necesaria agua para usar jabón

El coronavirus recibe su nombre de las glicoproteínas de espiga que sobresalen de su superficie y se asemejan a una corona. El virus infecta la célula humana al fusionar su membrana grasosa con la membrana de esta célula. Una vez dentro el coronavirus libera un fragmento de material genético llamado ácido ribonucleico de una sola cadena. Quedó comprobado científicamente que el COVID-19 al estar cubierta por una burbuja grasosa de lípidos, se desintegra al contacto con el jabón. El jabón destruye el virus cuando las colas hidrófobas de las moléculas del jabón se adhieren a los lípidos de la membrana y la abren. En ese sentido, las malas prácticas monopólicas que ocasionaron desabastecimiento y/o encarecimiento de implementos usados en desinfección en diferentes países de la región, podrán ser neutralizadas con el aseguramiento de agua para uso poblacional y la socialización de hábitos de higiene empleando la mezcla de agua y jabón que constituye el mejor antiséptico en la lucha contra el coronavirus.

Procurar ralentizar la dispersión de la infección

El virus por ser relativamente grande y en consecuencia pesado, no tiene mayor radio de acción y entra al cuerpo de un ser humano a través de la nariz, la boca o los ojos y después se aferra a las células en las vías aéreas que producen una proteína llamada ACE2. A medida que progresa la infección, la maquinaria de la célula infectada empieza a producir nuevas espigas y otras proteínas que formarán más copias del coronavirus. Al toser y estornudar se pueden expulsar gotículas llenas del virus con una determinada carga viral en dirección de las personas y superficies cercanas, en donde el virus se mantiene infeccioso durante varias horas y hasta días.( Aluminio de 2 a 8 Horas ; plástico 5 días) Las nuevas copias del virus se ensamblan y se transportan a los límites exteriores de la célula. Cada célula infectada puede liberar millones de copias del virus antes de que la célula finalmente colapse y muera. Esto último puede suceder entre los 12 a 15 días. Los virus pueden infectar las células vecinas o terminar en gotículas que escapan de los pulmones.
Por estas consideraciones, se recomienda que las personas que han sido diagnosticadas positivamente con COVID-19, usen mascarillas para reducir la propagación de virus. Los miembros del sector salud que tratan y quienes cuidan de personas infectadas también deberían usar cubrebocas.
En la mayoría de infecciones por COVID-19 causan fiebre ya que el sistema inmunitario del ser humano lucha para liberarse del virus. Los casos graves en jóvenes son infectados que tomaron anti-inflamatorios.Los afectados que toman anti-hipertensivos  tienen una sobreexpresión del receptor agravando la infección. En casos severos, éste sistema inmunitario puede sobrerreaccionar y empezar a atacar a las células pulmonares. Es entonces que los pulmones se obstruyen con fluido y células moribundas, lo que hace dificultosa la respiración de la persona infectada. Un reducido porcentaje de infecciones puede llevar al síndrome de dificultad respiratoria aguda y, tal vez , la muerte.
Haciendo números y para hacernos una idea, de cada 1000 personas , 900 pasaran como asintomáticos , entre los que se encuentran niños y jóvenes. El restante 100 presentarán síntomas.  De este nuevo universo de cien (100) , 80 presentarán los síntomas de una infección respiratoria aguda : tos seca, dolor de cabeza  y agotamiento muscular, que después de tres semanas serán superadas. De los 20 que quedan , 15 casos desarrollarán una neumonía bilateral con necesidad de hospitalización, donde se le suministrará tratamiento con broncodilatadores, corticoides y oxígeno. Los cinco (5) restantes desarrollarán una fibrosis pulmonar que demandarán ingresar a la unidad de cuidados intensivos (UCI) con máquinas de respiración asistida. De estos cinco, 3 morirán y los 2 que superen esta etapa presentarán secuelas importantes.
La gestión de agua y servicios de salud en localidades con mayor densidad poblacional deben focalizarse. 

Servicios de salud pública colapsarían si se incumple aislamiento

Los datos precitados varían en función al escenario donde las medidas clásicas de contención de contagios se aplique, la eficacia en el aislamiento de infectados y la medida de cuarentena desarrollada. En todos los casos, a mayor número de casos simultáneos en la población, los servicios de salud tienden a saturarse y en algunos casos a colapsar. 
En el peor escenario donde la población no es solidaria con las medidas adoptadas por sus autoridades y poco tolerante con los infectados, por las características epidemiológicas del COVID-19 se saturarán las camas hospitalarias y las UCI, faltarán respiradores mecánicos y médicos intensivistas, por lo que sólo quedaría por aplicar el estado de medicina de guerra , escogiendo a que pacientes se tendría que atender, algo similar a lo acontecido en Italia, que lleva el récord de  627 muertos en sólo un día, la noche del jueves 19 de marzo del 2020.
Cabe precisar que Italia es el segundo país del mundo con más personas mayores de 80 años, sólo superado por Japón.