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domingo, 1 de septiembre de 2024

Semana mundial del Agua 2024 - Suecia y la producción de energías en el SEIN-Perú

Del 25 al 29 de agosto del 2024 se realizó la Semana Mundial del Agua en la ciudad de Estocolmo - Suecia, evento que fue organizado por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo, el cual fue visto abarcando diversos horizontes del sector.
Un aspecto sustantivo para los países que sufren el impacto directo del cambio climático, como resulta el caso del Perú, constituye el tema referido a la producción de energías que alimenten a su sistema eléctrico interconectado nacional (SEIN).
Desmitificando la Minería en el Perú-UNI-CARELEC
Tal como se se indica en el gráfico, la producción de energías representadas en el SEIN-Perú a marzo del 2024 está compuesta por energías : Térmica (55%), Hídrica (37%), Recursos Energéticos Renovables - RER (7.8%) y otras como Biomasa y WTE (0.2%).
Los temas holísticos y transversales que conllevan compromisos del país y tienen que ver con la transición energética, descarbonización,neutralidad del carbono, reducción de gases de efecto invernadero, sustitución de tecnologías basadas en conbustibles fósiles, eficiencia y seguridad energética; pasa por resolver el tema del petróleo y su empresa estatal quebrada, el uso y distribución eficiente del gas  natural, el impulso al incipiente desarrollo de proyectos de energía eólica, fotovoltaica, termoeléctrica e hidrógeno verde.
La energía atómica, así como la maremotriz no se encuentran en la agenda de desarrollo del país de los Incas, sin embargo desde 1997 con la Ley N° 26848 se cuenta con la norma de recursos geotérmicos, sin haberse manifestado desarrollo alguno en su territorio.
Como un efecto del cambio climático, los recursos hídricos del país son impactados dramáticamente y en consecuencia afectan el funcionamiento y costos operativos de las centrales hidroeléctricas (CH) a tal punto que en el año 2023, dejaron de operar temporalmente las CH de Chaglla (400 MW) y Quitaracsa (112 MW); influyendo también en la eficiencia del complejo hidroeléctrico del Mantaro, el cual suministra más del 13% de la energía del Perú.

Necesaria planificación energética desde el Estado 

El 0.2 % como otras energías que aportan a la producción de energías representadas en el SEIN, pueden y deben incrementarse tomando en consideración a la valorización energética o Waste - to - Energy (WTE) como método de tratamiento y disposicíon final de residuos sólidos municipales y agroindustriales, los cuales generan históricamente altos niveles de contaminación y millonarios gastos del tesoro público, pudiendo revertirse esta situación con la aplicación de la tecnología existente para mitigar la contaminación y al mismo tiempo producir energía limpia.
La ciudad de Chiclayo - Lambayeque, localizado en el norte del país, quien en las pampas de Reque cuenta con el botadero a cielo abierto de residuos sólidos municipales mas grande del país , con sus actual gobierno local - La Municipalidad Provincial de Chiclayo, se encuentra en proceso de buscar soporte técnico , así como el aporte económico y financiero mediante una asociación público privada para concesionar por 25 años la gestión de residuos sólidos para WTE, constituye una iniciativa que el gobierno central, a través de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), Ministero del Ambiente (MINAM), Ministerio de Energía y Minas (MINEM) y la representación del Congreso de la República no debieran soslayar para poner en valor los millones de toneladas anuales de residuos sólidos que generan las grandes ciudades del Perú.  


jueves, 2 de diciembre de 2021

Planificación ante efectos del cambio climático & eventos naturales

Las externalidades que se presentan en el planeta por efecto del cambio climático y los impactos de origen antrópico, exigen a los líderes mundiales, mirar con atención la realidad peruana para no verse reflejados en sus experiencias sufridas, que por falta de una adecuada planificación estratégica, viene  siendo impactado dramáticamente ante eventos de origen antrópico y naturales , poniéndose en recurrentes estados de urgencia y emergencia.

Urgencias y emergencias

En los últimos tiempos, la población peruana viene tomando con normalidad las publicaciones hechas por sus autoridades sobre declaratorias de  estado de excepción originadas por estado de emergencia nacional y emergencia sanitaria a nivel nacional. Ya expliqué antes en este espacio, sobre la necesidad de no confundir temas urgentes con emergencias . La carencia de sistemas de alerta temprana e imprevisión se hacen evidentes con los indicadores irrefutables, algunos que dan cuenta del nivel de talla mundial referido a la actual pandemia del covid-19 que registra 5.984 muertes por millon de habitantes, la mayor del planeta.
Países megadiversos como es el caso peruano, se encuentran altamente vulnerables en la medida que no lleguen a internalizar la necesidad de asociar al hombre con su medio ambiente que lo rodea.

Hechos recurrentes

El cambio climático influye sustantivamente en los diferentes pisos altitudinales del país andino y amazónico , que cuenta con 38 climas en sus 159 cuencas hidrográficas; las cuales responden en forma distinta a los eventos naturales como es en el caso del fenómeno de El niño, sequías, sismos, entre otros.
En los doscientos años de su vida republicana, el Perú tiene identificado sus pasivos ambientales como producto de sus actividades económicas, las cuales afectan la salud pública y la calidad de vida,  particularmente en las zonas donde la contaminación ambiental no se encuentra regulada por el Estado.
Cancha de relave de minería informal colapsada en área andina peruana.
En este contexto, la mezcla de la informalidad, el desconocimiento de información científica y la inadecuada gestión pública, constituyen un cóctel que gatilla las protestas socioambientales, haciendo que la contaminación se incremente y con ellos, aumente los costos de remediación.
Las inundaciones en el país se hacen mas frecuentes integrados a otros eventos.
Las soluciones intermedias no resultan adecuadas ante una realidad que es más que evidente, por lo cual en estas zonas inundables no pueden funcionar los sistemas de disposición de residuos sólidos en depósitos que deben ser enterrados, debiendo utilizar otro tipo de sistemas de manejo y gestión que nos brinda la modernidad y el desarrollo tecnológico.
Estos sistemas son altamente ineficientes que afectan al medio ambiente y la salud humana.
   Los pasivos ambientales deben ser gestionados oportunamente evitando externalidades negativas.

martes, 10 de agosto de 2021

Mayores evidencias sobre el calentamiento global como causa del cambio climático

Continuando en la línea que vengo expresando en diversos foros hace treinta años atrás y publicando en este espacio hace más de una década, en la cual registro hitos sobre el calentamiento global como causa del cambio climático, seguidamente presento sobre el particular un reporte del Informe IPCC - Climate Change 2021 escrito por Manuel Planelles que fuera publicada el día de ayer 8 de agosto en el diario El país de España: 

Ya no se trata de algo más o menos probable, sino de un hecho

"El último gran informe de situación del IPCC, el panel de expertos vinculados a la ONU que lleva más de tres décadas sentando las bases sobre el cambio climático, fulmina al negacionismo y considera como algo “inequívoco” que la humanidad “ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra”, lo que ha generado “cambios generalizados y rápidos” en el planeta.

La anterior edición de este estudio data de 2013 y desde entonces las evidencias se han multiplicado, al igual que los artículos y análisis científicos que muestran las consecuencias de una crisis que ya ha generado cambios en el clima “sin precedentes” en los últimos miles de años y que en algunos casos serán “irreversibles” durante siglos o milenios. Entre las consecuencias directas, además de la subida de las temperaturas medias, figuran los fenómenos meteorológicos extremos. Se trata de eventos similares a las olas de calor o las lluvias torrenciales que se están viviendo en las últimas semanas por distintas partes del globo y que ya han aumentado en intensidad y frecuencia debido al calentamiento generado por el ser humano, según confirma el informe.

La influencia humana en el cambio climático se ha fortalecido dese el AR5 (Informe de 2013).

El estudio que se ha hecho público este lunes es el del grupo de trabajo I del sexto informe de evaluación del IPCC y en su elaboración han participado 234 expertos de 66 países. Los científicos han revisado más de 14.000 artículos y referencias publicadas hasta ahora para realizar su síntesis sobre los efectos físicos que ya ha tenido el calentamiento y los posibles escenarios en función de los gases de efecto invernadero que emita la humanidad en las próximas décadas.

Esos gases se liberan fundamentalmente cuando se queman los combustibles fósiles para generar energía y son los responsables del sobrecalentamiento del planeta. Desde la Revolución Industrial las emisiones no han parado de crecer, llegando hoy a niveles insólitos. Dos ejemplos: la concentración en la atmósfera del dióxido de carbono (CO₂) —el principal de ellos— es la más alta a la que se ha llegado en los dos últimos millones de años; las de metano y óxido nitroso —los otros dos grandes precursores del calentamiento— no habían alcanzado unos niveles tan altos en los últimos 800.000 años. Esto tiene una consecuencia clara: el aumento de la temperatura media global está ya en 1,1 grados respecto a los niveles preindustriales; y el ritmo de calentamiento planetario es tal que no hay precedentes de un proceso similar en al menos los últimos 2.000 años, apunta el informe del IPCC.

El estudio advierte de que el incremento de la temperatura seguirá al menos hasta mediados de este siglo pase lo que pase. A partir de 2050 las cosas se pueden poner realmente complicadas, porque no se logrará que el nivel de calentamiento se quede entre los 1,5 y 2 grados "a menos que se produzcan reducciones profundas en las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero en las próximas décadas”. En el peor escenario, si no se actúa y las emisiones siguen creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, el informe estima que a finales de este siglo se llegaría a un incremento de 4,4 grados, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. Los científicos recuerdan que la última vez en la que se llegó a un nivel de calentamiento por encima de los 2,5 grados fue hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el ser humano.

El Acuerdo de París, firmado en 2015, fijó como objetivo principal reducir las emisiones para que el aumento de la temperatura global se quedara entre esos 1,5 y 2 grados. Y los informes del IPCC sirven también para notificar a los gobernantes de los países sobre qué se debe hacer para cumplir esos compromisos. Los expertos plantean varios escenarios de emisiones durante este siglo. En todos se espera que la barrera de los 1,5 grados se supere en los próximos 20 años debido a los gases de efecto invernadero que ha emitido hasta ahora la humanidad y que permanecen en la atmósfera durante décadas. Pero Pep Canadell, director del Global Carbon Project y uno de los científicos responsables del informe del IPCC, explica que la situación todavía no es irreversible: en el escenario de emisiones más optimista aún se puede lograr que el incremento de la temperatura a final de siglo se quede en 1,5 grados aunque pueda haber una superación temporal de ese umbral en los próximos años.

Para quedarse en los 1,5 grados hacen falta reducciones “rápidas, sostenidas y a gran escala”, como explica la climatóloga argentina Carolina Vera, una de las vicepresidentas del grupo de trabajo I del IPCC. Esas reducciones de las emisiones tardarían entre 20 y 30 años en tener efectos en las temperaturas globales. Pero el informe señala que “los beneficios para la calidad del aire llegarían rápidamente”. Además de reducir las emisiones, para cumplir con París se necesitará recurrir a la captura del dióxido de carbono que ya hay en la atmósfera a través de sumideros naturales, como los bosques, o soluciones tecnológicas, añade por su parte Canadell. Eso sí, la captura a través de los sumideros naturales es limitada, por lo que no puede ser la principal solución.

Cambio de paradigma

Desde que en 1990 se publicó el primero de estos documentos de síntesis se han ido acumulando las evidencias y los estudios sobre el calentamiento. Pero los informes finales del IPCC suelen emplear un lenguaje conservador porque tienen que aprobarse por consenso entre los representantes de los 195 países que participan en las negociaciones climáticas ante la ONU. El equipo científico de este sexto informe presentó sus resultados a los países a finales de julio y durante las dos últimas semanas se ha estado negociando el texto final de 42 páginas presentado este lunes y en el que se zanja el debate sobre la influencia del ser humano en el cambio climático. En la redacción del informe de 2013 se dejaba una mínima ventana abierta a la duda. Pero ocho años después se cierra definitivamente.

José Manuel Gutiérrez, director del Instituto de Física de Cantabria (IFCA) y otro de los coordinadores del informe, lo explica así: “El IPCC usa un lenguaje calibrado que tiene que ver con probabilidades y con la evidencia disponible. Pero la influencia del ser humano en el clima ya no encaja en ninguno de esos umbrales de probabilidad y se considera que es un hecho probado que no tiene incertidumbre. La evidencia es ya tan abrumadora que no hay duda científica. En este informe se emplea tal rotundidad para no seguir con este debate; es un hecho y a partir de ahí vamos a ver cómo afecta y potenciales soluciones”. Canadell considera que se trata de “un cambio de paradigma”: “Hemos tirado por la ventana las posibilidades y las probabilidades y se concluye que es un hecho que el calentamiento se debe a la humanidad”.

Atribución de los fenómenos extremos

El equipo científico del IPCC lleva tres años trabajando en este informe. Pero la etapa final ha coincidido con una concatenación de fenómenos meteorológicos extremos, como la tremenda ola de calor de finales de junio en Canadá, las inundaciones en el centro de Europa o en China de julio y los recientes incendios asociados al calor en la cuenca del Mediterráneo. Precisamente, otra de las importantes novedades del informe es la referida a estos eventos. El IPCC afirma rotundo: “El cambio climático inducido por el hombre ya está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo. La evidencia de los cambios observados en extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales, y, en particular, su atribución a la influencia humana se ha fortalecido desde el AR5 [el informe de 2013]”.

El texto apunta a que “es prácticamente seguro que las olas de calor extremas se han vuelto más frecuentes e intensas en la mayoría de las regiones terrestres desde la década de 1950, mientras que los extremos fríos (incluidas las olas de frío) se han vuelto menos frecuentes y menos graves, con una gran confianza en que el cambio climático inducido por el hombre es el principal impulsor de estos cambios”. Una situación similar se plantea para “la frecuencia y la intensidad de los eventos de precipitaciones intensas”, que han aumentado “desde la década de 1950 en la mayor parte de la superficie terrestre” y de las que “el cambio climático inducido por el hombre es probablemente el principal impulsor”.

Sergio Vicente-Serrano, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, del CSIC, y uno de los autores del capítulo referido a los eventos extremos, señala que las evidencias sobre esta vinculación “son mucho más robustas que en los informes anteriores”. En 2013, por ejemplo, se apuntaba a la posibilidad de que aumentaran estos fenómenos en virulencia y frecuencia debido a la energía que se estaba acumulando en la atmósfera por el calentamiento. El gran paso que ha dado la ciencia en los últimos años es el de la atribución de los fenómenos extremos concretos al cambio climático inducido por el hombre, como ocurrió con la ola de calor de Canadá. Se ha logrado, explica Canadell, por los avances tecnológicos —por ejemplo, con computadoras más potentes capaces de manejar muchos más datos— y por el aumento de estos fenómenos.

El informe concluye que existe una “relación directa” entre el incremento de las temperaturas medias y la multiplicación de los extremos cálidos, las fuertes precipitaciones, las sequías agrícolas y ecológicas en algunas regiones, además del aumento de los ciclones tropicales intensos y la disminución del hielo marino del Ártico y la reducción de la capa de nieve y el permafrost. El texto avisa de que, por cada medio grado de calentamiento global, se provocan “aumentos claramente perceptibles en la intensidad y frecuencia de extremos cálidos, incluidas olas de calor (muy probable) y fuertes precipitaciones (nivel de confianza alto), así como sequías agrícolas y ecológicas en algunas regiones (nivel de confianza alto)”. Y se advierte de que “habrá una ocurrencia creciente de algunos eventos extremos sin precedentes en el registro de observación con el calentamiento”, incluso si se logra cumplir la meta de los 1,5 grados.

Cambios irreversibles

El informe del IPCC recuerda que muchos cambios motivados por las emisiones pasadas ya serán “irreversibles durante siglos o milenios”, especialmente los que afectan a los océanos y las capas de hielo. La investigadora Carolina Vera remacha que estos impactos “van a continuar durante cientos o miles de años, pero se pueden ralentizar si se reducen las emisiones”. Se espera, por ejemplo, que el nivel del mar siga aumentando durante este siglo. Entre 1901 y 2018, el incremento fue de unos 20 centímetros. Y, tomando como referencia el nivel del periodo comprendido entre 1995 y 2014, para 2100 la subida podría ser de 40 centímetros en el escenario de emisiones más optimista; en el más pesimista se duplicaría, hasta superar los 80 centímetros. Esto contribuirá a que se den “inundaciones costeras más frecuentes y graves en las zonas bajas y la erosión” de la costa. “Los eventos extremos relacionados con el nivel del mar que antes ocurrían una vez cada 100 años podrían ocurrir cada año a finales de este siglo”, explica el IPCC.

Otro de los puntos críticos que se resaltan en el informe es el Ártico, que se seguirá calentando más del doble de rápido que la media del planeta. Esto “amplificaría aún más el deshielo del permafrost y la pérdida de la capa de nieve estacional, el hielo terrestre y el hielo marino del Ártico”. La previsión de los científicos es que el Ártico “esté virtualmente libre de hielo marino en septiembre, al menos una vez antes de 2050″, en todos los escenarios previstos en el informe.

Reacciones

“El informe del IPCC de hoy es un código rojo para la humanidad”, ha comentado este lunes António Guterres, secretario general de la ONU, que aseguró que “la viabilidad de nuestras sociedades” depende de la actuación de gobiernos, empresas y ciudadanos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados. “Las alarmas son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable: las emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando nuestro planeta y poniendo a miles de millones de personas en riesgo inmediato. El calentamiento global está afectando a todas las regiones de la Tierra, y muchos de los cambios se vuelven irreversibles”, ha afirmado el portugués.

Desde EE UU, el presidente Joe Biden se ha referido también a este trabajo de los científicos: “No podemos esperar para afrontar la crisis climática. Los signos son inconfundibles. La ciencia es innegable. Y el costo de la inacción sigue aumentando”, ha manifestado el líder estadounidense en un tuit.

Por su parte, Alok Sharma, presidente de la decisiva Cumbre Mundial del Clima que tendrá lugar el próximo noviembre en Glasgow (COP26), ha recalcado que “la próxima década es decisiva”. “La ciencia es clara, los impactos de la crisis climática pueden verse en todo el mundo y si no actuamos ahora, seguiremos viendo cómo los peores efectos impactan en las vidas, los medios de vida y los hábitats naturales”, ha señalado.

También ha llamado a actuar la vicepresidenta y ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que ha pedido “intensificar los esfuerzos de adaptación al cambio climático”. Como ha comentado, “las alteraciones del clima se suceden a un ritmo cada vez más acelerado y la evidencia científica nos empuja a los gobiernos y al conjunto de la sociedad mundial a acelerar el ritmo de transformación de nuestro modelo de desarrollo y de nuestro sistema económico para hacer frente a la gran amenaza que representa el cambio climático”. 

martes, 8 de diciembre de 2020

Paradigma de la función pública en Perú

El paradigma sobre la función pública en Perú, constituye un modelo mental que arrastra una descripción de creencias compartidas por una comunidad de servidores públicos - que promueven y venden los medios de comunicación masivos- los cuales los presentan como especialistas y expertos con capacidad de producir avances significativos en la gestión pública sectorial, con nociones y experticias obtenidas en años de servicios carentes de experiencias exitosas, que le otorgan conocimientos recurrentes, los cuales tienen su génesis en teorías utilizadas por la comunidad científica.
Esta red de creencias teóricas que permiten situar a las mismas personas para resolver problemas sectoriales especializados en gestión pública, es un aporte de lo que no se debe hacer para lograr el crecimiento y desarrollo sostenible en países con realidades similares a las de Perú.

Aplicación en materia ambiental

Los impactos que resultan de la alta rotación en la función pública en materia ambiental, constituyen un riesgo evidente para los negocio en marcha y potenciales inversiones previstas, motivo por el cual se hace necesario prevenir o reducir los efectos no deseados o los riesgos potenciales que pudieran aparecer como consecuencia de cambios normativos en aplicación de nuevas políticas implementadas por el recurso humano del gobierno en turno, sin perjuicio de los niveles de gestión involucrados en el proceso.
De ello, se desprende que es necesario identificar los riesgos y oportunidades para el sistema de gestión ambiental, en el marco de la mejora continua.
La experiencia peruana en la alta rotación de funcionarios públicos, grafican en la praxis que los aspectos ambientales, no resultan ser los únicos riesgos que afronta el Sistema de Gestión Ambiental. En este contexto, es preciso identificar los riesgos sectoriales que deben ser abordados, priorizándolos de acuerdo al nivel de vulnerabilidad, lo que hace necesario planificar acciones para gestionarlos adecuadamente.

Tendencias con impactos negativos mineros

En Alta Rotación & Minería de febrero del año 2014 y abril del 2015, manifestamos que en Perú se estaba desarrollando una tendencia a la alta rotación de funcionarios que ocuparon en su oportunidad la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). Registrábamos en ese entonces la juramentación del séptimo primer ministro desde el año 2011; hechos corroborados con los efectos negativos registrados en los datos presentados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, que reportaba sobre las exportaciones peruanas, las cuales disminuyeron 28.19% en febrero como resultado de los menores envíos de productos tradicionales (-35.40%) y no tradicionales (-9.65%). El sector Minería e Hidrocarburos disminuyó 2.40% en febrero del 2015, debido a la menor producción del subsector Minería Metálica en 1.01% por la menor producción de cobre (-11.73%), molibdeno (-5.31%) y estaño (-10.49%). A la precitada tendencia a la alta rotación de funcionarios, se le agrega los impactos negativos generados por la pandemia y el ruido político que causa la volatilidad de contar con cuatro administraciones de gobierno central en el periodo 2018-2020, agudizando los efectos que deberá registrarse con los datos oficiales de cierre de año este 2020.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Gestión de las Emergencias ante eventos previsibles y recurrentes

La sociedad contemporánea tiene un marcado sesgo para gestionar las emergencias previsibles ante eventos recurrentes en países en vías de desarrollo, tal es el caso peruano.
El Estado peruano en sus tres niveles de gestión, cuentan con Leyes, planes y programas que ejecutan las políticas de gestión de riesgo aplicando principios de prevención y precaución, todo ello ante eventos previsibles y recurrentes.
Los horizontes y periodos donde se presentaban los desastres naturales se viene realizando con mayor intensidad y frecuencia por factores y condiciones que han sido influenciados por el cambio climático.

¿ La minería es la responsable?

El ciudadano de a pie, percibe que anualmente con cierta variación en la gradualidad de la afectación, su espacio geosocial se ve impactado por algún desastre producido por un evento natural o de origen antrópico que pudiera medirse en términos de urgencias y en ciertos casos de emergencias.
Es así que pudiendo gestarse o no un daño ambiental, la población mira absorta y con cierto nivel de escepticismo que a través de  sendos decretos supremos se vienen declarando por 60 ó 90 días, situaciones de emergencia en diversas localidades del país.
Evidentemente se espera que en ese lapso se haya superado la emergencia y la normalidad vuelva a ser la situación imperante. Sin embargo, los hechos indican que en algunas cuencas que pudieran o no contar con tradición minera, se percibe una tensa calma. Habría entonces que verificar que las condiciones de emergencia fueron realmente superadas a los efectos de reducir los niveles de tensión.
En este contexto, se encuentra en agenda pendiente por atender y discriminar las realidades distintas que incorporan al inconsciente colectivo de algunas poblaciones afectadas para que asocien los desastres con las labores mineras en general. 
Seguidamente presentamos imágenes de hechos producidos en diferentes años en territorio peruano, los mismos que tienen como elemento común al recurso agua acompañando a los elementos y fuerzas de la naturaleza.

jueves, 22 de agosto de 2019

¿Amazonía en llamas por Deforestación & Cambio climático?

Tenemos que lamentar esta crónica de una muerte anunciada con el desastre ecológico que se viene produciendo en la amazonía por acciones de la humanidad en su equivocada forma de ver su "crecimiento y desarrollo" que impacta en los países amazónicos. La tala salvaje de bosques y destrucción del ecosistema amazónico es de larga data y se viene agudizando con el cambio climático.Sin embargo, la pasividad caracteriza a los niveles de decisión del planeta con el incendio forestal descontrolado que viene focalizándose hace más de veinte (20) días,alcanzando grandes extensiones de territorio amazónico que involucra actualmente a Brasil y Bolivia, pero sus efectos se trasladaran a la región de las Américas y al Planeta todo.
Deforestación e Incendio en Amazonía 2019 _Fuente NASA.
La amazonía peruana no se encuentra ajena a las causas que originaron este desastre ecológico y sus alcances de incendio forestal se distingue de otros tipos de incendio por su amplia extensión, la velocidad con la que se puede extender desde su lugar de origen, su potencial para cambiar de dirección inesperadamente, y su capacidad para superar obstáculos como sucede en la zona de los ríos. Controlar y apagar este tipo de incendios pasa por recuperar la capacidad del sistema de extinción, a los efectos de inhibir su rápido crecimiento, lo cual exige habilidad en el análisis del incendio y actuación oportuna para combatir al mismo. No se debe soslayar las altas tasas de deforestación exhibidas en los últimos años.
En relación a las secuelas del incendio y las acciones de remediación a seguir, se debe contemplar (entre otros) la erosión generada al desaparecer la capa vegetal y la modificación de la composición del mismo, más aún si se trata, de grandes extensiones de flora y fauna silvestre, amén de las comunidades nativas asentadas en zonas rurales dispersas. 
Los países amazónicos, tienen el reto y desafío de poder trabajar con la debida anticipación aplicando medidas preventivas para evitar mayores costos derivados por el cambio climático. El trabajo de prevención para lograr la adaptación y mitigación frente a los cambios climáticos es indispensable, así como las acciones inmediatas post incendio forestal de la amazonía devienen en fundamentales.
En este contexto, la toma de conciencia de todos los actores involucrados en el proceso de preservación y conservación de los bosques del planeta, pasan por coadyuvar en los esfuerzos para  impulsar las acciones inmediatas a efectos de detener el avance de la Amazonía en llamas y rehabilitar los impactos ambientales ocasionados a los seres vivos de la cuenca amazónica.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Gestión forestal en país Amazónico : El caso peruano

En Perú se está escribiendo una etapa importante en el proceso histórico referente a la gestión forestal en un país amazónico que realiza marcados esfuerzos para alcanzar su desarrollo sostenible.
Como una condición de trabajo se presenta la lucha frente a la corrupción sistémica en el país, que penetró e inficionó hasta los funcionarios mas altos en los tres niveles de gestión del gobierno, implosionando con el enfrentamiento entre el ejecutivo y el legislativo. Asimismo, cuenta con un poder Legislativo lento de reflejos para identificar los grandes temas nacionales que demandan legislar a efectos de fortalecer políticas de Estado; legitimando un referéndum nacional que convalidó el conocimiento científico sobre los problemas de gobernanza y gobernabilidad existentes de larga data  y que merecen atención por parte del Estado.
No podemos  soslayar el rol desempeñado bajo el radar de las Leyes por el poder judicial, debiéndose anotar como un hito en casi doscientos años de vida republicana, "la primera sentencia condenatoria" dictada por la corte superior de justicia de Lambayeque- Expediente N° 3243-2017-66- al autor del delito contra los recursos naturales en su figura contra bosques o formaciones boscosas en su forma agravada.
Debo precisar que en mi paso por la primera maestría en ciencias ambientales de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pude contrastar con los enfoques , sobre el tema gestión forestal, recabados en mi alma mater la Universidad Nacional de Ingeniería, encontrando grandes coincidencias con investigadores sobre la materia, tal es el caso de Marc y Axel Dourojeanni, entre otros  expertos.
Algunas de mis opiniones sobre el particular fueron transmitidas al centro Mundial para el seguimiento de la Conservación de ONU Medio Ambiente ( UNEP-WCMC, por sus siglas en inglés) vinculadas a la ingeniería para aumentar la resiliencia de infraestructuras hacia riesgos de desastres naturales, sin embargo, suscribo en todos los extremos lo expresado por Marc Dourojeanni respecto a los "ocho errores capitales de la gestión forestal en el Perú" publicado en actualidad ambiental :
Es bien conocido que el sector forestal peruano no satisface las expectativas de la sociedad. Esa es una realidad que es evidente cuando se sabe que, pese a ocupar el noveno lugar en el mundo por la extensión de sus bosques, ni siquiera consigue abastecer su propia demanda de productos forestales. Además, los bosques peruanos están siendo destruidos y degradados a un ritmo creciente, con graves impactos ambientales. Una de las principales causas de esta situación es el estilo de gestión forestal que se reitera por décadas, pese a las evidencias de su fracaso.
Bosques amazónicos en Perú son degradados a un ritmo creciente
En esta nota se resume esa situación mencionando sus ocho errores principales.
Que algo anda mal en el sector forestal peruano no es novedad. Esa es una realidad que se prolonga por décadas y que es evidente con: 
(i) la pérdida anual de enormes extensiones de bosques valiosos literalmente transformados en humo, agravando el cambio climático,(ii) la gran superficie deforestada y habilitada para agricultura o pecuaria que no produce nada o casi nada cada año,(iii) la informalidad que domina la extracción de madera así como de otros productos del bosque,(iv) la reiterada vergüenza de tener que admitir que gran parte de la madera exportada es ilegal y,(v) una reforestación mínima si comparada con el potencial y con lo que hacen los países vecinos. 
Pero la mejor prueba de que existe un grave problema es que el sector forestal de un país como el Perú, que ocupa el noveno lugar entre todos los países del mundo por su extensión de bosques, no contribuye ni con el 1% de su PBI y que, para colmo, es un importador neto de productos forestales.
Una de las principales causas directas del mal uso del patrimonio forestal es la persistencia en un estilo de gestión forestal que, después de cinco leyes en 50 años, las que machacaron todas sobre la misma tecla, ha demostrado que no funciona. Ocho importantes errores persisten.

Algunas cifras

El bosque natural peruano, que hasta hace 60 años cubría más de 77 millones de hectáreas, hoy ha perdido entre 12  y  18 % de su extensión original, según los parámetros que se usen para el cálculo. Apenas entre los años 2000 y 2017 se ha derrumbado y quemado 2,1 millones de hectáreas, que fueron sustituidas por una agricultura precaria o por bosques secundarios de bajo valor. En 2016 se eliminó 164.700 hectáreas de bosques nativos.
De los más de 8 millones de hectáreas oficialmente deforestadas en la Selva –en realidad, la deforestación acumulada es mucho mayor- mal se usa para  agricultura unos 2,2 millones de hectáreas que producen, cada una, varias veces menos de lo que podría si se le aprovechara medianamente bien aprovechando la tecnología agrícola disponible. Dicho de otro modo, se elimina el bosque pero pocos años después  se abandona casi sin uso la mayor parte de la tierra ya habilitada.
De otra parte, la explotación forestal actual es agotante y nunca alcanzó a producir siquiera el 1% del PBI, de lo que la mayor parte es leña.  Por no respetar pautas técnicas ni las reglas establecidas, esa explotación degrada algunos millones de hectáreas a cada año. Se estima que  hasta el 60 % de los bosques que no fueron eliminados  ha sido seriamente degradado por la extracción forestal selectiva, por caza o extracción abusivos, o por contaminación petrolera y minera. 
Finalmente, pese a que el Perú posee más de 10 millones de hectáreas aptas para la reforestación, sus plantaciones forestales ocupan una extensión ínfima  y son de baja productividad, en especial si se compara esa situación con la de sus vecinos Chile y Brasil. Por todo eso el Perú no cubre su propia demanda, siendo un importador neto de productos forestales.

¿Por qué ocurre eso?

Esto ocurre, obviamente, porque la pobreza y la ignorancia aún predominan en la sociedad, acarreando informalidad y corrupción y asegurando la permanencia de una clase política que solo piensa en darse bien pero no en construir el país que es deseable.  En ese tipo de sociedades lo urgente siempre pasa delante de lo importante y, por eso, todo va de mal en peor. Pero eso no es novedad. Ese contexto sociopolítico tiene muchas facetas que impactan directamente en la cuestión forestal como, por ejemplo, el atraso considerable de la regularización de la tenencia de la tierra en la Selva y que, los pocos que se proponen cumplir las reglas sufren la presión de la burocracia mientras que los que las violan no enfrentan problemas.
Entonces, para el pobre que no tiene alternativa, así como para el rico que sólo piensa en ser más rico en una sociedad sin control social, la única opción viable, además de fácil y rentable, es deforestar para plantar, criar vacas o sacar oro aluvial, y asimismo, degradar el bosque tirando desordenadamente sus maderas y cualquier producto de valor que contenga.
La gestión forestal, en ese contexto, enfrenta dificultades casi insalvables para racionalizar el uso y asegurar la conservación del recurso a su cargo. Pero parte importante de la causa de este escenario tan desfavorable está en el propio sector forestal peruano que persiste en un estilo de gestión que ya demostró no funcionar dada la realidad socioeconómica.

Primer error. 

No aceptar plenamente que los servicios ambientales del bosque natural son más importantes que su rentabilidad económica convencional.
Cualquier análisis económico integral demuestra que el bosque es mucho más valioso por sus servicios ambientales que como productor de madera y otros bienes. Si bien hay una cierta compatibilidad entre ambas opciones de aprovechar los beneficios del bosque, ésta es difícil de alcanzar ya que implica aplicar el concepto de sostenibilidad que, como se sabe, en gran medida es una utopía. Para el futuro de cualquier nación es mucho más importante tener bosques naturales que explotarlos. La madera puede ser reemplazada por otros materiales, como plástico y metales. Pero  la calidad del aire, la disponibilidad de agua, la regulación del clima  y el mantenimiento de la diversidad biológica, son insustituibles y, lo que es más importante, son esenciales para la vida.
Esta realidad ha tomado mayor vigencia con las evidencias de la importancia del bosque tropical como sumidero de carbono tanto en la biomasa como en el subsuelo y del impacto de su liberación con relación al cambio climático. La confirmación de la teoría de los “ríos voladores” cuya fuente es la transpiración de los bosques amazónicos  ha agregado otra dimensión enorme a esas realidades.  El problema es que esos servicios para los peruanos y para la humanidad, a pesar de las interminables discusiones internas e internacionales, no han culminado en pagar efectivamente a los que cuidan del bosque.
La consecuencia práctica de esa situación es, que a pesar de los esfuerzos de la corriente conocida como economía ecológica, los aportes de los servicios ambientales no han penetrado en las mediciones y cálculos de la economía convencional. Es decir que las promesas de retribución concreta, en dólares contantes y sonantes, por conservar bosques para frenar el cambio climático o para proveer agua limpia y regular a las ciudades, no se han materializado.
Pero ese momento, aunque demore, llegará sin duda. Mientras tanto, hay muchas opciones bien conocidas de hacer más rentable el aprovechamiento sostenible del bosque…. Pero todas esas opciones son posibles si existe respeto a la ley… y siempre y cuando la ley sea sensata, lo que no es el caso.

Segundo error.

La responsabilidad del manejo de los bosques naturales  públicos debe ser del Estado, pero este deja el problema al sector privado.
Es preciso recordar que el manejo forestal es la expresión final y la más  decisiva de la gestión forestal. En términos legales, la gestión forestal es en teoría ejercida por el Estado. Pero eso no ocurre con su última y más importante etapa que es el manejo forestal que es delegado en el sector privado.
Si el bosque natural es antes que todo un proveedor de servicios ambientales fundamentales que, por definición, son para la sociedad en su conjunto, la responsabilidad de su conservación y/o uso prudente  debe corresponder principalmente al Estado y no a los eventuales usuarios. Pero no es así.  Desde la primera ley forestal peruana, en 1963 y hasta la actualidad, la responsabilidad primaria del manejo sostenible de los bosques naturales públicos reposa en el sector privado a través de contratos y ahora de concesiones en los bosques de producción, no siendo ejercida directamente por el Estado. Éste, apenas define las normas generales y pretende supervisar su aplicación.  Dicho de otro modo, el Estado actualmente tiene la pretensión de  hacer la gestión del recurso pero deja el manejo, en el mismo bosque, a intereses económicos particulares. La supervisión del manejo es, lamentablemente, muy deficiente y por eso, en la realidad, los madereros o las empresas forestales prácticamente hacen lo que quieren.
Los planes de manejo forestal que son preparados por las empresas para cada concesión son, en general, basados en inventarios forestales deficientes y aunque eventualmente los planes sean de calidad razonable raramente son aplicados y nunca lo son en forma consistente  a lo largo del tiempo. Apenas son documentos rituales para poder explotar, transportar y comerciar la madera. El resultado es que tanto como el 90% de la madera extraída de los bosques naturales amazónicos es técnicamente  ilegal, lo que significa que su extracción compromete la capacidad de esos bosques de continuar brindando los servicios ambientales. Los esfuerzos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), del   Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) y de las administraciones forestales regionales no consiguen evitar esa situación ya que además de no disponer de los medios para hacerlo, tampoco “tienen la sartén por el mango”. Les resulta imposible supervisar lo que ocurre en 17,8 millones de hectáreas, de las que 9,4 millones están concedidos a cerca de 2.000 empresas, sin mencionar otras modalidades de extracción, como 3 a 4.000 permisos y autorizaciones.  Por eso, las concesiones forestales han sido un fracaso en términos de manejo sostenible, como constatado por el Osinfor, por la Defensoría del Pueblo  y, asimismo,  evidenciado por la alta desistencia de empresas concesionarias.
Por esos motivos el cambio más drástico pero indispensable es dar al Estado, la responsabilidad completa sobre el manejo del bosque natural, como la tiene ya sobre la gestión del recurso a nivel nacional. Es decir que los planes de manejo deben ser realizados por las agencias del gobierno competentes, como el antes mencionado Serfor y las administraciones forestales regionales y, esas mismas agencias, deben ejecutar su aplicación.

Tercer error.

Asumir que el manejo de los bosques naturales ejercido por el Estado obstaculizaría el aprovechamiento de los bosques naturales por el sector privado.
La propuesta de que el manejo forestal sea realizado directamente por el Estado no reduce el rol del sector privado que continúa siendo el responsable de extraer la madera del bosque, transportarla, procesarla y comercializarla. Lo único que cambia es que la tan criticada y hasta ahora ineficiente estrategia de dar concesiones grandes -o pequeñas- sobre el recurso forestal es reemplazada por subastas periódicas del volumen y de las especies de madera que pueden ser extraídos del bosque, de acuerdo al plan de manejo de cada unidad de manejo.  El plan de manejo de los bosques administrados por cada unidad forestal debe considerar abastecer, en la medida de lo posible, la demanda de las  industrias localizadas en ese ámbito. Esos planes son, obviamente, discutidos y aprobados con participación plena de todos los actores locales y su aplicación es supervisada con participación de la sociedad local, en especial de las industrias madereras que aprovechan la madera de esos bosques.
Esa es la forma en que se manejan los bosques naturales –a veces reconstituidos y naturalizados- públicos de la mayoría de los países desarrollados, a veces  desde hace siglos, y el buen estado productivo de los bosques en esos países demuestra que funciona bien y que la convivencia entre producción y conservación, aunque difícil, es posible. El sector privado, cuando explota bosques públicos, se libera de todos los costos y problemas que acarrea ser responsable del manejo. Por ejemplo, disponer de profesionales especializados en manejo, gastos de guardianía para evitar invasiones, costosas certificaciones o soportar las supervisiones periódicas por parte de reparticiones del gobierno. Apenas debe, cuándo entra al bosque a sacar la madera que ha comprado, cumplir las exigencias propias de la extracción, establecidas en el concurso al que aplicó.
El costo del manejo por el propio gobierno debe ser cubierto por el precio de la madera en pie –canon forestal- que es vendida por el gobierno. Con esos recursos, cuyo uso siempre es supervisado por  todos los actores locales al nivel de la unidad de manejo mediante consejos de gestión forestal, la autoridad forestal local contrata empresas que construyen las vías de extracción, hacen las labores silviculturales y vigilan el cumplimiento de la ley. Es obvio que eso implica un cierto crecimiento de la administración pública forestal, pero nada que no pueda ser cubierto por la producción maderera de bosques bien manejados.

Cuarto error. 

No dar a la madera de bosques naturales amazónicos el valor que realmente tiene.
La madera de los árboles nativos tropicales debe ser tratada como un producto muy precioso. No solamente por su belleza, raridad y diversidad, sino porque en muchos casos es el resultado de siglos de crecimiento lento, totalmente orgánico y natural. Cedro y caoba, entre tantas otras que tienen gran demanda internacional y que por eso generan hasta operaciones sofisticadas de contrabando y de corrupción, son apenas algunas del más de un millar de especies de maderas valiosísimas y hasta ahora totalmente desperdiciadas. Las maderas “baratas”, que si no son quemadas durante el desbosque, son en general usadas para cajonería, muebles populares o encofrados en la construcción civil cuando, si bien tratadas, son verdaderas maravillas para su uso en mueblería fina u para otros usos especiales y muy nobles.
No importa si se las exporta como productos acabados o semi-procesados o simplemente como trozas. Lo importante es que, desde el momento de su cosecha se las trate como se merecen. Es decir como si fueran la mejor uva para el vino más sofisticado o como si fueran el tabaco de alta calidad que dará lugar a los más finos cigarros. La madera amazónica, cuando escapa al desprecio, desperdicio  y mal trato que se le da en la región, se transforma en muchos de los productos más caros y preciosos del mundo. Se debe, pues, producirla con cariño y cobrar el alto precio que realmente tiene y abastecer una gran demanda crecientemente insatisfecha. Apenas hacer saber y promover la decisión de conducir la explotación maderera a ese escalón de calidad, puede rentabilizar el manejo forestal productivo sin perjuicio para los servicios ambientales.

Quinto error.

Pulverizar la gestión forestal en tres ministerios y en las regiones y en muchas agencias y reparticiones.
De otra parte, en la actualidad, el pequeño sector forestal está literalmente descuartizado entre tres ministerios y los gobiernos regionales.  Una parte está en Agricultura (el Serfor), otra en Ambiente (Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático), otra está en la Presidencia del Consejo de Ministros (el Osinfor) y, finalmente, mucho recae en las desimplementadas administraciones regionales. La separación de funciones no es clara, existe descoordinación así como competencia desleal entre esas agencias tanto por fondos como por poder y, claro, los costos de la gestión forestal son innecesariamente multiplicados.
Aunque en beneficio de la descentralización y desconcentración de la administración pública sea necesario mantener y ampliar la regionalización, las otras tres agencias podrían estar todas reunidas en un solo sector. No hay, realmente, justificación actualmente válida para mantenerlas separadas. Más aún si se lleva en cuenta la absurda división de la gestión del recurso fauna, tema en el que no se entra en esta breve discusión.

Sexto error. 

El comando de la gestión de los bosques naturales debe ser del Ministerio del Ambiente.
Si la función principal del bosque natural y de su manejo es brindar servicios ambientales y si la producción de madera y de otros productos del bosque natural puede lograrse manteniendo razonablemente esa función, su gestión debe ser hecha por el sector del Estado que se ocupa del ambiente. De hecho ya son pocos los países en que la gestión del bosque natural aún se encuentra bajo comando del sector agropecuario, precisamente por las razones antes expuestas. En países donde el desarrollo forestal es muy importante existe una institucionalidad de nivel ministerial propia.  En otros, la mayoría, se le ha asignado a los ministerios que se ocupan del ambiente
Es que hay un antagonismo fundamental entre la función precipua del sector agrario -es decir la producción de alimentos y otros bienes- y la función de conservar los bosques naturales por la importancia de sus servicios ambientales. En efecto, antes de la actual explosión de minería ilegal, la agricultura era la única y aún es la principal causa de la deforestación. El subsector forestal, dentro del sector agrario, siempre ha sido secundario y sometido a decisiones fundamentadas en la constante necesidad de aumentar la producción agropecuaria. Es, en gran parte por eso que el subsector forestal peruano nunca consiguió desarrollarse bien.
El sector Ambiente ya es parcialmente responsable de la gestión de los bosques naturales. En efecto, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) está a cargo de la preservación y manejo, inclusive productivo de bosques en algunas categorías de áreas protegidas, sobre unos 20 millones de hectáreas de bosques y otras áreas naturales. Este sector, asimismo, es responsable por el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático que prioriza, por ejemplo, trabajar en tierras indígenas. Esas dos dependencias deben intervenir en más del 50% de los bosques del Perú y administrar  otro tanto de los  fondos destinados a los bosques naturales en el país.   Nada más lógico, pues, que entregarle el resto.
Es decir que el Serfor debería ser integrado al sector Ambiente y que este, a su vez, debería absorber al Programa Nacional de Bosques y quizá al Osinfor, simplificando la burocracia. El Osinfor fue un resultado del Acuerdo de Promoción Comercial Perú – EEUU, para combatir la corrupción en el sector forestal. Si el manejo forestal es realizado por el propio Estado, el Osinfor pierde parte de su razón de ser. Puede convertirse en un órgano de control interno, aunque para eso ya existen otros mecanismos en cada ministerio.

Séptimo error. 

Escaso apoyo efectivo a la reforestación con fines de producción.
Los bosques naturales son esenciales para mantener servicios ambientales pero los bosques cultivados son o deben ser la base de la producción forestal industrial. Pinos y eucaliptos no se siembran, en general, para mejorar el ambiente y si para producir madera o resinas que alimentan industrias mecánicas o químicas. No hay gran diferencia entre plantar eucaliptos y plantar cacao, café o palma aceitera. Es un tema perfectamente coherente con las responsabilidades de cualquier ministerio de agricultura.
La reforestación con fines industriales merece mucho más atención de la que recibe dentro de un servicio forestal convencional que tiene, como en el Perú, una larga tradición, aunque haya sido poco exitosa, de dedicación al bosque natural. La reforestación merece tener, en la administración pública, en el Ministerio de Agricultura, una institución propia y especializada, con rango elevado, similar al que se otorga a la agricultura o a la ganadería, a las que es en todo comparable. Potencialmente la silvicultura tiene tantas o más posibilidades de expansión que esas dos actividades juntas, especialmente ocupando las tierras deforestadas abandonadas o subutilizadas. Para desarrollar la reforestación en gran escala también se necesita mucha dedicación a la creación de una estrategia de incentivos económicos propia, como se ha hecho para lanzar los programas silvícolas de Chile y Brasil, cuyos PBI forestal son muy importantes gracias a la reforestación y  no a la explotación de sus bosques naturales.
Existe, como siempre, una área gris entre la reforestación para producción y la reforestación para restauración de ecosistemas degradados en la que el objetivo económico directo – producción de madera- es subsidiario al objetivo de conservar el suelo o de garantizar el abastecimiento de agua a centros urbanos o áreas agrícolas. En esos casos, es decir en los que están relacionados al manejo de cuencas hidrográficas, la coordinación intersectorial debe resolver lo que se hace en cada situación.

Octavo error. 

Descuidar los bosques de protección o protectores que en un país montañoso como el Perú son claves para el manejo de las cuencas hidrográficas.
Los estudios disponibles sobre la capacidad de uso mayor de los suelos del Perú indican que en la Selva existen casi 19 millones de hectáreas, es decir grosso modo un 25% de esa región, cuyos suelos sólo serían aptos para ser conservados o protegidos. Aunque esa cifra puede ser discutible es evidente que la mayor parte de los bosques naturales de la Selva Alta y muchos de los que están en Costa y Sierra no deben ser eliminados pues se encuentran en pendientes muy fuertes, altamente erosionables y porque captan y acumulan agua. Mantenerlos no solo permite evitar desastres naturales que afectan vidas e infraestructuras sino que garantiza el abastecimiento de agua de calidad para las ciudades y agricultura de los valles, mantiene estable el caudal y el cauces de los ríos  y, también alberga gran parte de la biodiversidad y del potencial turístico del país.
Pero los bosques de vocación protectora -el término incluye toda la vegetación natural- no se restringen a los que cubren las fuertes pendientes andinas. En realidad la función protectora del bosque y de la vegetación natural se extiende asimismo a las riberas de ríos, lagos y lagunas; a las nacientes de agua, al tope de las montañas, a la que cubre y fija las dunas, etc. Sin la vegetación protectora en la borda de los ríos estos reciben muchos sedimentos, salen del cauce y destruyen cultivos y viviendas, la calidad del agua que conducen se deteriora y, por ejemplo, en el caso de las dunas, éstas avanzan sobre los pueblos y la agricultura.
Lo curioso es que a pesar de lo anterior, que es indiscutible, los únicos bosques de protección y protectores que existen en el Perú cubren apenas 570.000 ha, es decir poco más del 0,8% de lo que realmente debería estar muy bien cuidado apenas en la Selva y quizá apenas 0,4% de lo que debería estar protegido en todo el territorio nacional. Es verdad que parte de los bosques con vocación protectora ocurren, en mayor o menor proporción, dentro de la mayoría de las áreas naturales protegidas, tales como parques, santuarios y reservas nacionales o comunales -que dependen del Sernanp- y en algunas otras áreas naturales protegidas regionales o particulares.    Quizá se cubra así hasta un 20% de lo que debería ser protegido en la Selva bajo el criterio de bosques de protección.   El resto, o sea la mayor parte de esos bosques, está dentro de tierras públicas no alocadas y en gran parte dentro de tierras de comunidades campesinas y nativas y, obviamente, también en propiedades privadas, grandes o pequeñas.
Esta situación deriva de un error iniciado con la ley forestal de 1975 y que, como otros errores, ha sido perpetuado en las leyes siguientes. El resultado es que, para defenderlos, se ha optado por crear una categoría especial de área natural protegida con el nombre de “bosques de protección” (Sernanp)  que requieren de un complejo ritual de creación, planos de manejo, presupuesto individual para infraestructura, personal, etc.  Por eso es que se crearon tan pocos y se abandonó la mayor parte. Ocurre que es simplemente imposible cuidar esos bosques en forma individualizada. Esos bosques cubren una extensión enorme y están en todas partes. Por eso, en casi todos los demás países del mundo, ese tipo de vegetación protectora es protegido por el simple efecto de una ley y no requiere declaraciones específicas que son apropiadas para las verdaderas áreas naturales protegidas, cuya función primordial es la conservación de muestras representativas de los ecosistemas y de la biodiversidad.
Decidir cuál es el pendiente límite -en general por encima de 45º- o el ancho del bosque a ser protegida en la ribera de los cursos de agua –que depende del caudal- es un tema técnico, variable con una serie de situaciones, que debe ser reflejado en la ley.  Pero, las normas deben ser claras y muy simples de aplicar y verificar. La responsabilidad de proteger esos espacios es de cada ciudadano y de cada propietario y, como en el Brasil entre otros países, ese tipo de legislación es estrictamente aplicado por las autoridades agrarias, forestales y ambientales y asimismo por el Ministerio Público, pues no respetarlo implica perjuicios graves a toda la sociedad.  En el Brasil la falta de respeto a esa legislación implica imposibilidad de conseguir préstamos agrarios; venta, compra o alquiler de propiedades rurales, además de multas y de la obligación de recuperar o compensar los bosques destruidos.

Conclusión

Hay algunos aspectos de la gestión forestal del último medio siglo que funcionaron bastante bien. Ese ha sido el caso, en especial, del tema de las áreas naturales protegidas que a pesar de las limitaciones presupuestales  ha asegurado la conservación de la mayor parte de la diversidad biológica del Perú y estimulado un creciente turismo nacional e internacional, entre otros progresos indiscutibles. Pero, como visto, ese no es el caso de la gestión de los bosques naturales  productivos ni, por otras razones, la de los cultivados.
No tiene sentido continuar haciendo lo mismo que no funcionó durante más de medio siglo. Siempre es difícil cambiar la rutina o ir contra las tradiciones que se perpetúan en las burocracias y en las universidades. Pero no es imposible. Y, si se desea que los bosques peruanos contribuyan real y efectivamente al desarrollo nacional, es urgente rediseñar la política forestal y reformar la legislación".