En cambio climático y seguridad alimentaria para el caso peruano publicado en noviembre del 2019, indiqué que la estabilidad y seguridad alimentaria constituyen elementos estratégicos por considerarse en la agenda pendiente por desarrollar en el presente y de cara al futuro; en tal sentido debieran ser garantizados los productos tanto de exportación como para el consumo interno. Precisé entonces la importancia de tomar en cuenta a los impactos generados por los pasivos ambientales en el marco del reto que representa el cambio climático y los desastres naturales; bajo esas consideraciones, el BID fomenta un enfoque multisectorial para concebir la seguridad alimentaria desde la perspectiva de los sistemas alimentarios y las cuatro dimensiones que engloba el concepto de seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso,utilización y estabilidad. Pasados dos años, vemos que eventos como la pandemia del COVID-19 y el conflicto bélico entre la federación de Rusia y Ucrania, agudizan el escenario antes descrito.
Demanda de alimentos
Se espera que la demanda de alimentos en el mundo aumente como mínimo en veinte por ciento (20 %) durante los próximos quince años producto de factores que se vinculan sistémicamente de manera muy compleja, tomando en cuenta las sequías, degradación de recursos naturales, desplazamiento de grandes cantidades de personas, agudizando la inseguridad alimentaria. En este escenario, América latina y en particular Perú, cuenta con ventanas de oportunidades para coadyuvar en la mejora de la seguridad alimentaria, integrándose a los esfuerzos desplegados por entidades de apoyo multilaterales como es en el caso del grupo Banco Mundial.