En febrero del 2013, la agencia Andina difundía proyecciones optimistas refiriéndose a las inversiones mineras previstas y su relación con el cobre: “Si Perú recibe todas las inversiones previstas para los próximos diez años, que suman cerca de 53,000 millones de
dólares para 52 proyectos, el país producirá cinco millones de toneladas
anuales de cobre a partir del 2025, cifra cercana a los 5.7 millones de Chile,
el mayor productor mundial del metal”.
A inicios de Junio del 2013, el Ministerio de Energía y Minas daba cuenta de la meta para lograr duplicar la producción de Cobre al 2016, sustentado en la dinámica impuesta a proyectos como Las bambas (Apurimac),Toromocho (Junín) y Constancia (Cusco), entre otros.
A fines de Junio del 2013, un interesante análisis de Wall Strett Journal contempla que los precios del cobre se están quedando sin piso, en razón que su precio ha caído 16% en lo que va de este año y se encuentra un 34% por debajo del máximo histórico de cierre que registró en febrero de 2011. Este no es simplemente un caso de desaceleración del
crecimiento económico. Las fuerzas globales que impulsaron el asombroso aumento del metal en la última década están cambiando. El súper ciclo del metal rojo está empezando su etapa descendente.
De otro lado, Deutsche Bank y Macquarie esperan que la oferta de cobre entre 2013 y 2015 supere la demanda en un promedio cercano a las 500.000 toneladas métricas al año, por sobre el superávit de 2009, cuando el precio promedio cayó 26%.
En este contexto resulta ahora paradójico que en Perú se impulse mayor velocidad a los proyectos mineros de cobre, justamente cuando sus precios vienen cayendo y existe una mayor oferta mundial, la cual eventualmente será presionada por los otros grandes productores de cobre_Chile y Australia_que probablemente realicen coberturas en el mercado de manera más agresiva mediante la venta de producción futura de cobre.
Para poner la cereza al pastel, en Perú se enfrenta otro riesgo, que a manera de ver de algunos, no se estaría atendiendo oportunamente : El abastecimiento de energía para las minas que entrarán en producción entre el 2013 y el 2016.
Ante este panorama dejado por la filosofía antiminera _advertida en este espacio_ alentando discusiones bizantinas sobre las " futuras sobreganancias mineras" con el consecuente retraso en importantes proyectos, los conflictos sociales derivados,menores precios de materias primas y hoy en día el riesgo del adecuado abastecimiento de energía para futuros proyectos mineros, es imprescindible atender proporcionalmente las necesidades para que aterricen los precitados proyectos que en un 62% están ubicados en el sur del país y el restante 28%, en el norte del territorio peruano.
De otro lado, Deutsche Bank y Macquarie esperan que la oferta de cobre entre 2013 y 2015 supere la demanda en un promedio cercano a las 500.000 toneladas métricas al año, por sobre el superávit de 2009, cuando el precio promedio cayó 26%.
En este contexto resulta ahora paradójico que en Perú se impulse mayor velocidad a los proyectos mineros de cobre, justamente cuando sus precios vienen cayendo y existe una mayor oferta mundial, la cual eventualmente será presionada por los otros grandes productores de cobre_Chile y Australia_que probablemente realicen coberturas en el mercado de manera más agresiva mediante la venta de producción futura de cobre.
Para poner la cereza al pastel, en Perú se enfrenta otro riesgo, que a manera de ver de algunos, no se estaría atendiendo oportunamente : El abastecimiento de energía para las minas que entrarán en producción entre el 2013 y el 2016.
Ante este panorama dejado por la filosofía antiminera _advertida en este espacio_ alentando discusiones bizantinas sobre las " futuras sobreganancias mineras" con el consecuente retraso en importantes proyectos, los conflictos sociales derivados,menores precios de materias primas y hoy en día el riesgo del adecuado abastecimiento de energía para futuros proyectos mineros, es imprescindible atender proporcionalmente las necesidades para que aterricen los precitados proyectos que en un 62% están ubicados en el sur del país y el restante 28%, en el norte del territorio peruano.