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domingo, 18 de septiembre de 2011

Minería ilegal & explotación infantil

Como decíamos en nuestro comentario del 19 de Octubre del 2010 en este espacio, es necesario distinguir la naturaleza de minería informal de la condición de una minería ilegal focalizada en la extracción de Oro.
Precisábamos que detrás de la minería informal se oculta la minería ilegal, aquella asociada a los actos,ejercicios y acciones criminales para delinquir, allí donde actúan peligrosas mafias que generan no solamente problemas ambientales sino que básicamente explota a los recursos humanos que emplea.
Otro ejemplo de lo que decíamos entonces, es publicado el día de Hoy (18 09/2011) por el diario El Comercio en los siguientes términos:
MADRE DE DIOS.
 “Bienvenidos al video bar California”, se lee en la improvisada fachada de madera adornada de luces de neón. Más de 70 policías acaban de ingresar a este local ubicado a la altura del km 108 de la carretera Interoceánica, en el corazón de un campamento minero: les han informado que hay menores trabajando. Según Save The Children, se han identificado a 1.100 adolescentes explotadas sexualmente en la región. En todos los campamentos mineros siempre habrá un local como este, que parece cantina, pero que en realidad se dedica a la prostitución. La policía los llama, con razón, ‘prostibares’.
Es casi medianoche. Adentro del bar, la música se ha detenido, cuarenta mujeres (el maquillaje no logra ocultar sus rostros adolescentes) son separadas de los hombres con los que bailaban y tomaban, son acordonadas, les exigen sus DNI. Sobre las mesas de plástico los vasos de cerveza están llenos. El ambiente está cargado, el olor es repulsivo; afuera, dos policías tratan de explicar la causa: uno dice que es la cerveza que se vierte sobre la madera y que luego se seca con el sol y se abomba. El otro le rebate: no, son las heces y el sudor. “No tengo a la mano mi DNI, se lo ha llevado mi amiga, pero tengo 18, lo juro”, repiten adentro las chicas.
ORGANIZACIÓN MAFIOSA
California y Miss Sagitario son dos de los ‘prostibares’ más grandes y populares en los campamentos mineros. Están en todos lados, desde Huepetuhe hasta el km 103 de la Interoceánica (en plena zona de amortiguamiento de la reserva de Tambopata). En cada local trabajan entre 40 y 50 mujeres. “Funcionan como una franquicia, las dueñas y administradoras son casi siempre familiares”, asegura el coronel Miguel Fernando Navarrete, jefe de la región policial de Madre de Dios. Precisamente, inteligencia de esta institución ha identificado a las mujeres que están detrás de este negocio.
Según el reporte, las hermanas Sonia, Yolanda y Liliana Ayala Cabello dirigen el California. Las dos primeras tienen denuncias por secuestro y trata de personas. La policía asegura que en este local como en el resto siempre llegan menores de edad. “Casi siempre las adolescentes son traídas desde Cusco o Puno con engaños, para trabajar en tiendas o trabajos domésticos, pero luego terminan colocándolas en bares para ‘acompañar’ o prostituirse”, dice Hilda Calderón, psicóloga de Huarayo, una asociación que brinda albergue a las jóvenes rescatadas. Mientras más beba el cliente, mayor será la comisión.
La forma de captar a las menores es siempre la misma: por un aviso en el diario o por la visita de alguna mujer a su pueblo, una reclutadora. Ella ofrecerá pagarles los pasajes, buen trato laboral y sueldos de ensueño. Les enseñará qué decir si la policía las interviene en la carretera, dirán que viajan solas a visitar a un familiar. Una vez en el campamento, la administradora del bar les asignará una cama en un cuarto hacinado junto a otra decena de chicas, les pedirá su DNI y retendrá el equipo celular. Si la menor no acepta y se quiere ir, la administradora le dirá que le devuelva el dinero invertido en su traslado. Le cobrará dos o tres veces más. Al final, sin escapatoria, muchas adolescentes decidirán quedarse.
La trata de personas alcanza también a los niños. Hilda Calderón cuenta que los reclutadores les dicen a los padres que llevarán a sus hijos y que a cambio les darán buena educación. “Hemos recibido casos de niños de 8 y 9 años que eran explotados en los campamentos mineros”, denuncia.
Hasta la fecha solo 32 casos han sido llevados a la fiscalía penal de Mazuco, la capital del distrito de Inambari, limítrofe con Huepetuhe. Mucho menos son los casos judicializados y apenas tres las personas sentenciadas por trata en toda la región. Cuando Teresa Carpio, directora de Save the Children en el Perú, visitó los campamentos mineros la semana pasada, le sorprendió la indiferencia de las administradoras: “Ellas nos decían: ‘Por qué se alarman si la mayoría pasa por esto, nosotras ya hemos pasado por eso y ahora administro el local’”. La agresión es un círculo vicioso y repetitivo.
El hacinamiento, la promiscuidad y el alto consumo de licor han desencadenado otra bomba de tiempo: los distritos de Inambari y Huepetuhe tienen las tasas de VIH más altas de todo el país. “Pero nadie hace nada, de esto se habla un momento pero luego se olvida”, se queja Hilda Calderón.
FUTURO INCIERTO
“Esto es lo que nos queda por hacer, necesitamos la plata”, dice una de las jovencitas del California. Como las demás, ella jura que es mayor de edad y que una amiga –no precisa quién– se llevó su DNI. Durante la intervención al California y al Miss Sagitario la policía ha identificado a 20 menores. Todas serán llevadas a Puerto Maldonado. Allí, la fiscalía determinará si son trasladadas a un albergue o si volverán a la custodia de sus padres. “Por qué nos llevan, nos queremos quedar, qué hay de bueno en Puerto”, gritan.
Mientras esto ocurre dentro del bar, afuera, Margarita –ancashina que hace cinco años llegó a esta tierra “que parece el infierno”– observa sentada desde su pequeño banco la intervención policial. “Una intervención más”. Ya está acostumbrada. Ella alquila a los eventuales mineros una especie de cuartos de un metro cuadrado, separados por plásticos, donde solo cabe una cama. Su improvisado hostal se llama, vaya crueldad, Selva Alegre. Dice que solo aguanta los olores que emanan del bar del costado por el trabajo. Tiene 29 años (parecen más) y una hija de 8 por la que trabaja día y noche. “Quiero juntar dinero y largarme, no quiero que mi hija crezca aquí”. A la espalda de su negocio, el traqueteo de una bomba usada por la minería informal no deja de sonar.
LAS CIFRAS :
19,6 TONELADAS
Es la cantidad de oro que el año pasado se produjo en Madre de Dios, lo que representa el 12% de la producción nacional.
500 POLICÍAS
Tiene solamente Madre de Dios para atender los casos de minería ilegal, narcotráfico, tala, trata de personas y puestos de frontera en la región.