El pasado martes 21 de Abril de 2020, el prestigioso diario washington post de la capital de los Estados Unidos de Norteamérica, publicó un interesante artículo de Simeon Tegel, bajo el título Perú actuó rápido, pero igual sufre uno de los brotes más grandes de América Latina.
En mi próxima publicación replicaré algunos puntos expuestos, con experiencias que considero puedan ser de alguna utilidad a países sudamericanos en su lucha contra la epidemia del nuevo coronavirus COVID-19, y es en ese sentido que paso a presentar el precitado artículo:
"LIMA,Perú—Mayumi Matto se aventura a salir del confinamiento obligado por el coronavirus solo dos veces
por semana, partiendo de la casa que comparte con 15 familiares.
A las 7:00 am Matto, de 28 años, se une a la fila en la entrada del mercado en Puente Piedra, un barrio duro en
las afueras de la capital peruana. Es una escena que se ha vuelto familiar en
todo el mundo: solo se les permite ingresar a aquellos que usan cubrebocas. Los
guardias de seguridad hacen cumplir la política de “sale uno, entra uno”. Los
clientes que esperan mantienen la distancia entre ellos.
Pero una vez dentro del mercado,
todo cambia “Esto está lleno”, dice Matto. “Es imposible moverse sin chocar con
las personas. Todos tienen prisa por entrar y salir lo más rápido que puedan,
sin ser infectados. Los guardias de seguridad intentan pedir a las personas que
mantengan su distancia, pero es inútil”.
La experiencia de Matto es
habitual en Perú, donde gran parte de los 31 millones de ciudadanos compran la
mayoría de sus alimentos en mercados callejeros informales que siguen estando
gravemente abarrotados y donde el concepto del espacio personal está entre los
más limitados del mundo. Esas dificultades ayudan a explicar por qué el número
de casos de coronavirus reportados en el país andino se ha disparado, a pesar
de una temprana y decisiva respuesta contra la pandemia.
Los casos confirmados en Perú pasaron de 7,519 el 12 de abril a 16,325 el 21 de abril. En América Latina,
solo Brasil, que tiene una población siete veces más numerosa, tiene más casos.
Un brote que inició en Lima se ha propagado por todo el país, llegando incluso
a comunidades indígenas en la Amazonía.
El gobierno ha hecho muchas cosas bien”, dice Ciro Maguiña, epidemiólogo y vicedecano del Colegio Médico de
Perú. “Pero su enfoque se ha centrado demasiado en los hospitales —¿hay
suficientes camas y respiradores?— en vez de en las comunidades. Tiene que
haber mucho más trabajo en las comunidades para prevenir el contagio”.
El aumento de casos confirmados es en parte atribuible
al incremento de la aplicación de pruebas de diagnóstico. Con la llegada de
nuevos kits, el gobierno del presidente Martín Vizcarra pasó esta semana de
diagnosticar alrededor de mil personas al día, a 10,000.
Sin embargo, las personas que representan los nuevos casos se habrían contagiado durante una de las
cuarentenas más estrictas de América Latina, (el subrayado y resaltado es nuestro) la cual ya va por su quinta
semana. Los vehículos privados están prácticamente prohibidos en las calles,
las personas pueden salir de sus casas durante el día solo para comprar
alimentos o por razones médicas, y todas las noches hay un toque de queda desde
las seis de la tarde hasta la cuatro de la mañana.Sin embargo, hay algunas
situaciones que las cuarentenas no pueden prevenir. Muchos peruanos pobres
viven en lugares insalubres y hacinados. Solo en Lima, cerca de un millón de
personas carecen de agua potable. Las prácticas culturales tampoco ayudan. A
los peruanos les gusta el contacto: un estudio de 2017 reveló que solo
Argentina tiene una concepción del espacio personal más limitada. Los peruanos,
normalmente, se detienen varios centímetros más cerca de los extraños que los
estadounidenses. Además, algunos peruanos han
estado desacatando la cuarentena. Hasta el momento, poco más de 60,000 personas
han sido arrestadas por violar las reglas. Entre ellas, varios policías que
fueron descubiertos tomando cerveza en reuniones privadas prohibidas. En uno de
los casos más notorios, un policía en el departamento de Cuzco fingió tener
síntomas de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, para obtener
permiso remunerado por enfermedad, y posteriormente fue encontrado ebrio en una
plaza.
Sin embargo, también han sido
detenidas algunas madres solteras, principalmente por violar una controversial
medida de género en la que hombres y mujeres debían alternar sus días de
salida. La medida, diseñada para motivar a las familias a designar a un solo
comprador, fue rápidamente eliminada.
La creciente tendencia de casos
en Perú podría ser un presagio de las cosas que están por venir en otros países
en vías de desarrollo con deficientes condiciones sanitarias, instituciones
públicas débiles y escasa confianza en las autoridades.El manejo de la pandemia por parte de Vizcarra.
ha sido ampliamente elogiado en el país.(el subrayado y resaltado es nuestro)Ofrece alocuciones televisivas diarias similares en estilo a las del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. Su índice de
aprobación ha alcanzado casi 90%, de acuerdo a una encuesta realizada por Ipsos
a través de WhatsApp. A pesar del incremento drástico de casos confirmados,
Vizcarra insiste que la tendencia está empezando a disminuir.El gobierno ha puesto en marcha un paquete de ayuda de 26
mil millones de dólares, equivalente a 12% del Producto Interno Bruto, que
incluye pagos directos a la población. Sin embargo, muchas personas se están
quedando fuera de ellos. Entre ellas, Matto. Antes de la epidemia, ella ganaba
alrededor de 45 soles al día —cerca de 13 dólares— cobrando los pasajes en una
“combi”, uno de los minibuses destartalados que fungen como transporte público
en el país.En la actualidad, Matto, su esposo y su hijo de nueve años están
viviendo de los ahorros.
La tensión ha comenzado a surgir. Esta semana, una caravana
de cientos de familias desesperadas abandonó Lima a pie para caminar hacia el
este, a través de la espeluznante carretera central, para regresar a sus casas
en los Andes. Se encontraron con las fuerzas de seguridad. Tras una
confrontación inicial, las autoridades persuadieron a los viajeros de dejarse
aplicar las pruebas de diagnóstico del coronavirus, y a que les dejaran
organizar el transporte. 42 migrantes dieron positivo y están en cuarentena.Perú también alberga cerca de un millón de refugiados
venezolanos, por lo general en empleos informales mal remunerados que han desaparecido
durante el último mes.“Hay mucha hambre”, dice Garrinzon González, quien dirige la
Unión Venezolana en Perú, un grupo autogestionado que brinda ayuda a los
inmigrantes. “Puedo escuchar la desesperación en sus voces cuando me llaman.
Hay personas que están sobreviviendo tomando agua hervida con azúcar. Es
terrible”.