Una razón importante en el incremento de la conflictividad de la sociedad peruana que perjudica directamente a la industria minera es la corrupción que inficiona y penetra en el manejo de la cosa pública. Un clamor popular es la implementación de servicios básicos como el agua para consumo humano y desagüe en áreas con tradición minera y en aquellos lugares donde se presentan las concesiones de nuevos proyectos mineros.
Los aportes mineros contribuyeron decididamente a que en el periodo 2006-2010 se invirtieran aproximadamente cinco (5) billones de nuevos soles para mejorar la calidad de agua y disponer adecuadamente las aguas residuales, sin embargo, las protestas sociales de poblaciones cercanas a proyectos mineros persisten ante una ausencia o deficiencia de estos servicios básicos.
El hecho generó dudas a cerca de la adecuada distribución de los recursos y sérias interrogantes del porqué funcionarios del Estado se disputan el control de los proyectos que se van a financiar con el dinero del tesoro público, parte del cual es producto de los impuestos generados por el sector minero formal.
Prosiguiendo con esta metodología de repartición, la administración actual del gobierno, a través de su Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) indicó que transferirá un total de S/. 329.6 millones a municipalidades distritales de todo el país, que se destinarán a la ejecución de 91 proyectos de agua potable y alcantarillado así como de pistas y veredas. Para tal efecto, el MVCS suscribió 91 convenios con los alcaldes de los "distritos beneficiados".
Detalles que rodearon a esta peculiar forma de negociar la priorización de "poblaciones beneficiarias" es ilustrada por IDL-Reporteros con la presentación de una escucha telefónica o espionaje electrónico a un alto funcionario de la administración actual del país que explica ,de algún modo, las delicadas actividades realizadas al interior del MVCS.
Primera escena
Los aportes mineros contribuyeron decididamente a que en el periodo 2006-2010 se invirtieran aproximadamente cinco (5) billones de nuevos soles para mejorar la calidad de agua y disponer adecuadamente las aguas residuales, sin embargo, las protestas sociales de poblaciones cercanas a proyectos mineros persisten ante una ausencia o deficiencia de estos servicios básicos.
El hecho generó dudas a cerca de la adecuada distribución de los recursos y sérias interrogantes del porqué funcionarios del Estado se disputan el control de los proyectos que se van a financiar con el dinero del tesoro público, parte del cual es producto de los impuestos generados por el sector minero formal.
Prosiguiendo con esta metodología de repartición, la administración actual del gobierno, a través de su Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) indicó que transferirá un total de S/. 329.6 millones a municipalidades distritales de todo el país, que se destinarán a la ejecución de 91 proyectos de agua potable y alcantarillado así como de pistas y veredas. Para tal efecto, el MVCS suscribió 91 convenios con los alcaldes de los "distritos beneficiados".
Detalles que rodearon a esta peculiar forma de negociar la priorización de "poblaciones beneficiarias" es ilustrada por IDL-Reporteros con la presentación de una escucha telefónica o espionaje electrónico a un alto funcionario de la administración actual del país que explica ,de algún modo, las delicadas actividades realizadas al interior del MVCS.
Primera escena
El chuponeo
La fecha fue el viernes 6 de enero de este año, 2012. El lugar, el tercer piso del ministerio de Vivienda. Dos visitantes ingresaron a las oficinas del viceministro de Construcción y Saneamiento, Enrique Juscamaita, que los esperaba. Uno de los visitantes era un coronel en retiro de la Policía y el otro traía un equipo de “barrido”, para detectar micrófonos y otros equipos de ‘chuponeo’ electrónico.
La misión de los visitantes era detectar si el viceministro Juscamaita estaba siendo sometido o no a espionaje electrónico.
Pero ¿quién querría chuponear al viceministro?
Juscamaita había asumido el cargo el 5 de agosto de 2011, pero –como sucede con algún otro viceministro – parecía ser bastante más que eso… o, por lo menos, eso se pensaba.
Juscamaita había sido hasta hace poco uno de los colaboradores más próximos a la pareja presidencial.
Fue nada menos que jefe de campaña de Ollanta Humala y Gana Perú en Lima y Callao en las últimas elecciones presidenciales; y además, responsable de organización de Lima Metropolitana.
Pero además, Juscamaita fue desde setiembre de 2006 el coordinador general de la ONG Promoción de la Identidad y Desarrollo Nacional del Perú (Prodin), creada por Nadine Heredia. Durante los cinco años siguientes, los del gobierno de Alan García, Juscamaita trabajó muy cerca de la familia Humala-Heredia, en la doble función de organizador del partido y la ONG.
Al lado de esos pergaminos, su jefe, el ministro de Vivienda René Cornejo, tenía otros que quizá le interesaba poco exhibir: había sido miembro del equipo de Plan de Gobierno de la candidatura de PPK y tenía el tipo de perfil irresistible para los PPKuys: fue funcionario gubernamental y consultor privado en los gobiernos de García, Toledo y también en el de Fujimori.
Su presencia en el gabinete obedecía, según dijo Humala a algunos visitantes, a la enfática recomendación del ministro de Economía, Luis Miguel Castilla. Pero, pese a la ascendente estrella de este, la trayectoria previa del ministro de Vivienda y de su viceministro era suficiente como para que aquél sintiera al comienzo que su sillón se asentaba sobre bases más bien precarias.
Quizá por eso, la relación entre Cornejo y Juscamaita nunca fue fácil pese a que éste, según la mayor parte de las muchas fuentes consultadas por IDL-R para esta nota, se esforzó por “llevar la fiesta en paz”.
Pero no había paz en la fiesta. Y una incómoda sensación de ser vigilado, de que se sabía lo que hablaba en su oficina, llevó a Juscamaita a aceptar el consejo de unos asesores de confianza y hacer el barrido en su oficina.
Los micrófonos
La oficina de Juscamaita estaba a pocos metros del despacho del ministro René Cornejo. Se llegaba a través de una recepción amplia donde estaban sus dos secretarias, Omar Sandoval y Luzmila Arenas. Había también otras dos oficinas que ocupaban sus asesores, una sala de reuniones y el despacho viceministerial.
El barrido electrónico empezó a las 4 y 30 de la tarde. Luego de un rato de búsqueda, el rastreador detectó un micrófono.
Había sido colocado detrás de un cuadro colgado en la pared, sobre el escritorio de Juscamaita. ¿Podía ser una herencia de otros gobiernos, para vigilar lo que pasaba y dejaba de pasar en ese ministerio de alto presupuesto, de mucho gasto e inversiones?
El problema es que ese cuadro era el retrato de una Virgen, que le había sido obsequiado a Juscamaita apenas dos meses atrás por un paisano de Ayacucho. El micrófono, había sido colocado hace menos de dos meses.
Poco después, los técnicos –cuyo trabajo era seguido con absorto interés por los funcionarios del despacho viceministerial–, encontraron un segundo micrófono, escondido dentro del equipo de aire acondicionado de la oficina de Juscamaita. A los minutos hallaron un tercero debajo del asiento de la secretaria Omar Sandoval, a quien el hallazgo le provocó el llanto. La otra secretaria, Luzmila Arenas, lucía desconcertada.
A la vez, un técnico en sistemas revisaba la computadora de Juscamaita porque su cuenta personal de correo electrónico estaba bloqueada. Según el especialista, la cuenta había sido hackeada.
Había un inquieto movimiento en la oficina. Los asesores que estuvieron ese día son Óscar Butteler, entonces asesor del programa Agua para Todos destacado al despacho del viceministro; el arquitecto Carlos Carbajal, director de proyectos de la Dirección Nacional de Construcción; y el conserje asignado al despacho del viceministro.
Amparo Miranda, jefa de gestión social de proyectos de Sedapal; y Bartolomé Cueva, del equipo de asesores del ministro, llegaron cuando el barrido ya había concluido. Eso sí, alcanzaron a ver los tres micrófonos sumergidos en vasos con agua.
Cueva le pidió a Juscamaita que los técnicos hicieran un barrido rápido en su oficina. No se encontró nada.
La pesquisa terminó alrededor de las 6 de la tarde. Los micrófonos fueron guardados por Juscamaita como prueba y uno de los técnicos elaboró un informe.
Segunda Escena
Informes
Pasado ese fin de semana, Juscamaita fue al despacho del ministro Cornejo y le informó sobre el chuponeo. Este, según refirió el propio Juscamaita a IDL-Reporteros, no pareció sorprendido.
“¿Quién más sabe de esto?” recuerda Juscamaita que le preguntó Cornejo, quien añadió que iba a hacer analizar el hecho. El viceministro le entregó uno de los micrófonos hallados en el barrido. Y se quedó con los otros dos.
Pocos días después, el jefe de la Oficina General de Administración (OGA), Roberto Sala, dirigió un segundo “barrido” en el despacho del viceministro, pero no encontró nada.
Hasta donde IDL-Reporteros ha podido conocer, no se hizo ninguna investigación interna para saber quién colocó los tres micrófonos en la oficina de Juscamaita. Tampoco intervino la Fiscalía y la Procuraduría.
IDL-Reporteros intentó contactar al ministro Cornejo repetidas veces, a través de su secretaria y de su encargado de prensa. El ministro mandó decir finalmente que no iba a hablar.
Tercera escena
La purga
El hecho es que el chuponeo descubierto deterioró aún más una ya tensa relación entre el ministro y el viceministro de Vivienda.
Según diversas fuentes bien informadas (que insistieron en la reserva de identidad), la designación de Juscamaita como viceministro, por orden expresa de Humala, no le cayó nada bien a Cornejo, quien tenía en mente a otra persona para el cargo.
Cornejo había armado un equipo de funcionarios públicos que venían de la gestión aprista y otro tanto de ProInversión, donde fue director ejecutivo entre 2004 y 2007.
Puso como jefe del gabinete de asesores a Jesús Vidalón, viceministro durante la gestión de Garrido Lecca en Vivienda; y a Rafael Donaire, actual secretario general, que ocupó el mismo puesto cuando Rosario Fernández fue titular de Justicia.
Desde el principio fue evidente el choque de visiones entre Juscamaita y Cornejo. “El viceministro tenía una propuesta sobre las políticas públicas que había que tener, pero estas no estaban en la agenda del ministro “, refiere una de las fuentes consultadas por IDL-R.
Desde septiembre, la relación entre ambos se hizo tirante. El ministro ordenó a Juscamaita que despidiera a algunos de los funcionarios que trabajaban con él. A la vez, Cornejo no le permitió a Juscamaita sacar a un grupo de funcionarios sobre los que este tenía sospechas de corrupción.
Poco después, Juscamaita se encontró con que no podía hacer ningún cambio.
Las cosas se agravaron después del chuponeo, cuando Cornejo le exigió al viceministro que despida a Óscar Butteler, un asesor del programa Agua para Todos.
“Cornejo le recortó [a Juscamaita] su campo de acción como viceministro”, confirmó una de las fuentes.
Poco después, resultó que todas las actividades de Juscamaita debían ser previamente comunicadas y aprobadas por Cornejo. Además, dice uno de los funcionarios del despacho, Cornejo ordenó ser informado hasta sobre las personas que visitaban al viceministro.
A estas alturas, hacia febrero y marzo de este año, era obvio que el ex integrante del equipo de plan de gobierno de PPK tenía mucha más fuerza política en el gobierno de Ollanta Humala que el ex jefe de campaña en Lima y Callao de Gana Perú.
Juscamaita recuerda que en una reunión en la que estuvieron presentes algunos asesores, el ministro dijo que “todos los viajes van a ser concordados con el jefe de prensa; nadie viaja [así] sea el vice ministro. A partir de ahora yo voy a controlar tanto los viajes al interior como los viajes al exterior; y los proyectos que se aprueban para financiar”.
Racismo
Algo que coincidieron en mencionar la mayoría de fuentes consultadas para este reportaje, es que Cornejo no tenía reparos en referirse a Juscamaita con desprecio delante de funcionarios del ministerio, incluso de asesores de confianza del propio viceministro. “A Juscamaita lo trataban de indio de mierda”, indicó una fuente a IDL-R. El propio viceministro Juscamaita recuerda que se le refirió ese tipo de comentarios en más de una ocasión.
Según pudo conocer IDL-R, en octubre pasado Cornejo hizo un primer intento para deshacerse de su viceministro. Se reunió con Salomón Lerner, entonces presidente del Consejo de Ministros, para pedirle la salida de Juscamaita. Lerner le habría dicho que eso no era posible.
El presidente no lo recibe
El 9 de enero, dos días después del barrido electrónico en su oficina, Juscamaita pidió una cita con Ollanta Humala a través de dos de sus secretarios. No obtuvo respuesta.
¿Por qué Juscamaita no denunció el chuponeo ante la Fiscalía?, preguntó IDL-R a distintas fuentes vinculadas con los hechos. “No hizo ningún informe interno ni denunció porque no se quería generar un escándalo que perjudique al gobierno”, explicaron.
Final a la mala
El miércoles 18 de abril el ministro Cornejo convocó a Juscamaita a su despacho. Cornejo le dijo que había hablado con el presidente Humala sobre “un run run” sobre corrupción del viceministro en su gestión y que la decisión de botarlo del puesto ya estaba tomada.
“¿Ya hablaste con el Presidente?”, preguntó Juscamaita. En efecto, respondió Cornejo y le pidió la renuncia.
Juscamaita se negó a hacerlo y durante los dos días siguientes buscó hablar con el Presidente, sin conseguirlo.
El 20 de abril salió publicada, en el diario El Peruano, la resolución suprema que daba por concluida su designación como viceministro. Estaba fechada el día 19 y firmada por Ollanta Humala junto con Cornejo.
Apenas salió Juscamaita se desencadenó la purga de los funcionarios que llegaron con él.
Los que estuvieron durante el barrido electrónico fueron despedidos o reasignados a otras oficinas. Sus dos secretarias y el conserje fueron cambiados a otras oficinas de Vivienda. Omar Sandoval, por ejemplo, fue trasladada a una sucursal en el Callao, sin previo aviso.
Quizá el caso más extremo y revelador sea el de Amparo Miranda, quien entró a trabajar a fines del año pasado a Sedapal. Miranda trabajó junto con Juscamaita al lado de Nadine Heredia en la ONG Prodin, desde 2006 hasta la victoria electoral del año pasado. Miranda, además, es secretaria general del Comité Distrital del partido de gobierno en Surco.
El lunes 23 de abril, la gerente general de Sedapal, Rossina Manche Mantero, le comunicó a Miranda que le había retirado la confianza y que ese era su último día de trabajo. Alrededor de las ocho de la noche le llegó una carta notarial a su casa que confirmaba lo mismo.
El día siguiente, Miranda fue a recoger sus cosas a la oficina, en la Atarjea. Cuando estaba haciéndolo, llegaron miembros de seguridad para sacarla. “La trataron como a una delincuente. No dejaron que termine de arreglar sus cosas”, refiere una fuente cercana. Tampoco permitieron que la camioneta que tenía asignada ese día la llevara a su casa con las cosas que logró sacar de la oficina. La dejaron botada en La Atarjea hasta que un funcionario, conmovido por la súbita desgracia de alguien que había trabajado tan cerca de la pareja presidencial, la llevó hasta su casa.
Resulta difícil explicarse las razones y los modales de esta purga. ¿Hubo una acusación fundamentada de corrupción? Juscamaita afirmó a IDL-R que él no había cometido ningún acto de esa naturaleza en un ministerio cuya limpieza en los últimos años no ha sido precisamente la de un quirófano.
En todo caso, si hay un elemento de corrupción, el Gobierno está obligado a investigarlo y revelarlo.
Es muy probable que una investigación seria encontraría muchas cosas de gran interés. Lo que queda por ver es en qué bando las encontraría.