Powered By Blogger

viernes, 2 de agosto de 2019

Derecho de propiedad de recursos del subsuelo con los de la superficie

El diario Expreso publica una interesante aproximación respecto a las posiciones generalmente contradictorias que sustentan proyectos mineros considerados por muchos como emblemáticos, en los siguientes términos :
"En un paso político que puede ser decisivo para el diálogo sobre Tía María, Antauro Humala envía una carta a Hernando de Soto en la que coincide con el afamado economista peruano, que recientemente ha presentado una propuesta al Perú y al mundo para resolver el conflicto sobre dicho proyecto minero. Se trata nada menos que del mecanismo que permitiría una participación justa y equitativa en la renta que producen los recursos naturales para todos los involucrados en el proceso.
En búsqueda de opciones para destrabar miles de millones de dólares de RRNN del subsuelo
El siguiente es el texto completo de la carta remitida por Antauro Humala, desde la prisión Virgen de la Merced en la Escuela Militar de Chorrillos, a Hernando de Soto, quien ha presentado al Perú muy recientemente la propuesta para abordar y resolver el conflicto entre las empresas mineras o energéticas que tienen la concesión de los recursos naturales del subsuelo y quienes –comunidades andinas y amazónicas o grupos familiares informales controlan el suelo que se halla encima de esos recursos. 

Frente Patriótico 

Dr. Hernando de Soto
Compatriota:
He leído vuestro interesante planteamiento respecto a la minería en el Perú, pareciéndome lo más relevante la asimetría entre la valorización en la escala financiera global de los títulos de propiedad del subsuelo con los de la superficie, cuya corrección (de esta asimetría) permitiría solucionar los conflictos sociales que agobian a nuestra patria. Este enfoque, entiendo que podría constituir un punto de coincidencia entre nuestras perspectivas aparentemente opuestas. Por consiguiente, le invito a que me visite a fin de poder conversar e intercambiar pareceres.
Prisión Virgen de la Merced´/Escuela Militar de Chorrillos, 18 de Julio de 2019”.Atte. Antauro Humala Tasso. My. EP”. 
Hoy, rediseñar la relación entre las modalidades de posesión tradicional de la tierra y la modernidad de las empresas mineras que explotan los recursos debajo ella se ha convertido en la condición para que el Perú siga avanzando. Es la esencia del mensaje y la tarea que nos dejó José María Arguedas, peruano habitante del mundo nacido del corazón de los Andes. “Todas las sangres”, la novela de Arguedas que se adelantó a su tiempo, se halla precisamente en el centro de esta historia.
En este sentido, la carta de Antauro Humala –cuyos “reservistas” se hallan hoy en Tía María y cuyos dirigentes políticos concurrieron el lunes a la Feria del Libro a la presentación de El Misterio del Capital, de De Soto– habla de un “punto de coincidencia” entre perspectivas solo “aparentemente opuestas”.Con ello, se abre una ventana que puede echar luz sobre el diálogo estancado en Tía María y en Las Bambas.

Coalición para la superficie

Se reabriría entonces el camino para destrabar 800 mil millones de dólares de recursos naturales del subsuelo bloqueados en el Perú por falta de una propuesta confiable para quienes ocupan la superficie sobre los recursos del subsuelo. Todo comienza por el lenguaje que permite comunicarse. Así,por ejemplo, el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres Llica, quien ha anulado recientemente un convenio quitando a la empresa minera Southern Copper 49 hectáreas de terrenos necesarios para la explotación de Tía María, lo hace con el argumento de que se trata, en primer lugar, de una “propiedad del gobierno regional” y, segundo, de que el proyecto minero “no cuenta con autorización del uso del terreno superficial”. Esta referencia a la superficie hace alusión por extensión a las “1,190 hectáreas” que el proyecto minero requiere en su totalidad. Si las empresas mineras o energéticas tienen la concesión del subsuelo otorgada por el Estado, los derechos de quienes ocupan la superficie, la tierra que se halla sobre los recursos, son igualmente importantes incluyendo, si es el caso, tierras de “propiedad” de un gobierno regional. El gobierno regional debe saber con certidumbre no solo cuál es el valor de esa tierra, sino cuál es la valor del flujo de fondos que esa propiedad puede generar si es materia de un contrato con la empresa basado en información objetiva y confiable para todas las partes. Se trata, entonces, de obtener el consenso para un mecanismo de mercado que permita valorizar, poner en valor, la superficie. Debatir y conseguir el consenso necesario para el diálogo requiere de lo que podría llamarse una “coalición para la superficie”, una agrupación de instituciones y personas que reúna voluntariamente a quienes comparten la necesidad de buscar una solución justa y equitativa para todas las partes, que pueda dar forma a una política pública para el futuro de la inversión en los recursos naturales. Este es, entonces, el punto de encuentro o de coincidencia al que se refiere Antauro Humala en su carta a De Soto, uno que permite sumar esfuerzos de todos los sectores del espectro político y económico para alcanzar una fórmula aceptada por todos. La propuesta presentada por De Soto al Perú puede servir de punto de partida a ese debate.

Diálogo sobre el diálogo 

Los peruanos esperan una solución viable, que sea justa y permita compartir equitativamente la renta de los recursos naturales entre todas las partes. El diálogo no es un fin en sí mismo, es para que las partes planteen una propuesta. ¿Cuál es la fórmula que propone el gobierno? ¿Para qué es el diálogo? El mercado y el libre contrato entre la superficie y el subsuelo o entre comunidades y minas han creado por sí mismos varias formulas sin que el Estado intervenga. Existe consenso en que repartir dinero no es una verdadera solución. Aunque puede parecer igualitaria y democrática, si no se tiene los instrumentos necesarios para invertir rentablemente en la tierra y el agua, la tierra es abandonada, el dinero se destina al consumo y pronto surge el descontento. Una fórmula mejor se usa en Espinar, donde la mina entrega a la población un porcentaje pactado de las utilidades -el 3 por ciento- mediante un fideicomiso. Otra es la que, en el caso de la minera IRL en Ollachea Puno, que ha hecho de un tercio de los miembros de la comunidad sus socios, con el 5 por ciento de las acciones de la empresa creada expresamente para explotar el recurso del subsuelo. Otra aún es la que emplean las empresas que hacen obra comunal -escuela, posta, carretera, comunicaciones, incluso pequeñas empresas para desarrollar los recursos naturales de la zona-. Es el caso de la mina Bear Creek en Corani, Puno, que produce y exporta “ropa inteligente” con hilo de alpaca entretejido con plata, que tiene propiedades antibacteriales. Cualquiera de estas fórmulas sirve para ganar tiempo en mayor o menor medida. Pero, tarde o temprano, la empresa se puede topar con que el contrato firmado no está rodeado de garantías que lo hagan duradero. La comunidad, por ejemplo, cambia de directiva y cambia el viento. Se reabre entonces la renegociación por la participación ya sea en las utilidades o en el accionariado y todo puede revertir a fojas cero. El problema de fondo es la propiedad. Y mientras esto no se resuelva, no habrá fórmula de solución permanente. La solución es la “securitización” de la propiedad.

Securitización

Lo “securitizado” es el flujo de fondos que nace de la propiedad bien establecida, ya sea de la tierra o de una idea. No es para la venta de la tierra, necesariamente, o su alquiler o para establecer una servidumbre de paso. Se trata de valorizar el flujo de fondos que puede generar la propiedad, que debe ser confiable y puede estar representado en un papel que tiene un valor y un precio de mercado. “securitizado”, entonces, no es la tierra, sino su representación. Ese es el misterio del capital. La transacción de derechos mal establecidos, en cambio, no es posible. Porque no se puede formar un precio de mercado que las partes acepten de manera informada y libre. Se puede firmar un contrato que será legal, pero no tendrá legitimidad y estará siempre expuesto al cambio del viento. El modo de resolverlo es que no solo el recurso del subsuelo sino también la tierra de la superficie tenga valor de mercado que se pueda verificar diariamente, incluso desde un teléfono celular. Así se comprenderá que el valor de la superficie en el mercado evoluciona en la misma dirección que el valor de las acciones del subsuelo. Y que, si se bloquea el subsuelo, esas acciones y las de la superficie bajan juntas, tal como suben juntas si la producción avanza.Esta es, en apretado resumen, la propuesta de De Soto".