Según la percepción de economía popular fomentada por algunos epígonos “la nación, el territorio, el suelo y subsuelo, nada existe: la economía gira en torno a la minería, es todo...”.
Y probablemente no les falte razón, si tomamos en cuenta la fijación mental que se tiene respecto a esta actividad del hombre contemporáneo que se desarrolla en el 1.3% del territorio peruano.
Y probablemente no les falte razón, si tomamos en cuenta la fijación mental que se tiene respecto a esta actividad del hombre contemporáneo que se desarrolla en el 1.3% del territorio peruano.
¿Pero de donde surge todo ese encanto por la minería, especialmente entre las zonas sin tradición minera?.
Intentos por explicar esta profunda atracción humana por la minería han existido muchas, algunas más acertadas que otras.
Es una suerte de relación amor - odio y causal de emociones encontradas.Como icono persiste la imagen del rescate en Oro y Plata por la liberación del Inca Atahualpa con el incumplimiento de las promesas esgrimidas por los conquistadores españoles.
Salvando el hecho que la industria minera abarca mas allá que los metales preciosos, asi como las distancias de espacio y tiempo, el panorama económico sustentado en las concesiones mineras presenta contradicciones y vacíos no solamente en las cuentas nacionales y pasivos ambientales, sino en los evidentes problemas de comunicación.
La semiótica entendida por el hombre Andino - como consumidor legal - no llega a entender las señales emitidas por el productor de leyes en materia minera, que materialmente se disemina desde la capital de la República.
De un lado se encuentra el mensaje sobre las regalías mineras por la explotación de las riquezas mineras de un recurso natural no renovable pertenecientes a todos los peruanos.
Por otro, la sensación que no les llega la parte de los beneficios que les corresponde por derecho de propiedad al ser peruanos.
Esta situación se complica si la zona de influencia de la explotación minera es próxima a su localidad, viendo como se llevan las riquezas y en cambio les dejan paisajes impactados y una eventual secuela de contaminación de los recursos naturales.
Mensajes distorsionados del efecto ambiental generado en otras actividades y modos de producción por la presencia de la minería, dan como resultado que muchas poblaciones no desean la presencia de la industria minera en sus locaciones y sin embargo, si desean participar del canon minero producido en otras regiones del país.
La población no termina de quedar mas confundida si en el problema de una deficiente gestión de los recursos provenientes de la actividad minera se incorporan señales que promueven una escalada de conflictos sociales donde participan en forma directa o indirectamente las propias autoridades regionales.
Un ejemplo del efecto generado por la inoportuna distribución de los fondos recaudados del canon minero se puede observar en el siguiente informe donde se explica que integrantes de una Universidad de Puno se movilizó por las principales arterias de esta ciudad protestando contra el Gobierno Regional.
El rector de esta casa de estudios , encabezó la marcha solicitando que el actual Gobierno Regional cumpla con la transferencia de los fondos del canon minero.
La autoridad regional de Puno reconoce la existencia de una deuda pendiente que el gobierno regional tiene con la Universidad de Puno por concepto de canon minero y que será pagada apenas concluya el juicio pendiente contra el ex presidente regional.
La otra imagen, se expone en el siguiente reporte donde se difunde la reunión llevada a cabo entre autoridades regionales de Puno y dirigentes de las comunidades que se oponen a las concesiones mineras.
Ante este panorama, se plantea una controvertida ordenanza regional que declara intangible el territorio puneño.
Los manifestantes, agrupados en el Frente de Defensa de los Recursos Naturales, sin verificar si las empresas mineras cumplen con las normas de preservación del medio ambiente en la zona, piden en pleno siglo XXI prohibir la industria minera en Puno.
Corresponde a las autoridades y a los candidatos a la presidencia de la República enviar señales claras y firmes de que el Perú seguirá teniendo reglas claras y un buen clima para el desarrollo del sector minero.