El comercio da cuenta de una realidad que viene haciendo metástasis en diversas partes del país, tal como se viene acreditando en este espacio.
"La
ilegalidad en San Gabán está llena de indicios. Las hojas de coca extendidas al
borde de la carretera son uno de ellos. Otro es el paso intenso de
retroexcavadoras por la carretera Interoceánica que une Mazuco, en Madre de
Dios, con San Gabán, distrito de la selva de Puno. Estas máquinas usadas para
la minería ilegal transitan en una zona donde no hay concesiones operando. De
pronto aparece un letrero: “Bienvenidos a la Zona de Amortiguamiento del Parque
Nacional Bahuaja Sonene”. Debajo del cartel, la coca crece fresca y verde.
Libre.
En Monzón el monumento a la Hoja de Coca,porque la hoja no es el delito. |
La
hoja no es el delito. Sin embargo, hacia la espesura del bosque se repiten los
montes con estos sembríos. En este distrito de Carabaya no existe Enaco, la
empresa de coca que la comercializa legalmente.“Adentro, más adentro, sabemos
que están las pozas de maceración”, cuenta John, rondero en San Gabán, y señala
hacia el área protegida. Ellos no pueden ingresar porque sin armas
probablemente no salgan.
LA COCA NO SE FUE
“Si
no hay coca, no hay vida aquí”. Rosaria ha pasado una hora hablando eufemismos,
como que no le alcanza lo que puede sacar con el plátano o la yuca. La ecuación
es simple: para venderlos tiene que gastar. La coca, en cambio, crece como mala
hierba. Luego se recoge, se pone al borde de la Interoceánica y ahí llegan sus
compradores que le ofrecen hasta S/.200 por la arroba. La erradicación en otras
regiones ha provocado escasez.
Rosaria
es de Puerto Manaos, poblado de San Gabán que es cruzado por el río Inambari.
Hace 10 años en esta zona, como en todo el distrito, se erradicaron los
cocales. La acción fue violenta: murieron tres en enfrentamientos con la
policía.
“Después
han venido a poner café, ají páprika. Todo bonito por dos años. Luego se
achicó”, dice John. Fueron más de 3.000 hectáreas de coca que se erradicaron.
Diez años después, ya son cerca de mil hectáreas con coca ilegal, de acuerdo
con las últimas cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y
el Delito (Unodc).
En
los últimos años, la cantidad de migrantes de Ayacucho y la selva alta ha
crecido. “Esto se explica por las acciones de erradicación y riesgos en esas
áreas donde el control ha crecido”, cuenta el jefe de Unodc en el país, Flavio
Mirella. Mario Ríos, funcionario de la institución que se encarga de la
promoción de cultivos alternativos, Devida, cuenta que el escenario es más
grave: la coca apoya económicamente a la minería ilegal.
ORO MIGRANTE
Magaly
tiene 10 años y está de vacaciones. En un hoyo hecho por una retroexcavadora,
Magaly busca oro con una batea de madera. Hay otras ocho mujeres con ella,
incluida su madre. Si tienen suerte, al día sacan 100 miligramos diarios:
S/.10.
Otra
es la suerte de los que trabajan con las máquinas. “Trabajamos dos turnos de
doce horas y podemos sacar 100 gramos”, dice Franco, el jefe de los trabajos de
Chalhuamayo. Son S/.8.000 por día. Sin embargo, la venta ha bajado por el
control en Mazuco, la acopiadora más cercana de su oro ilegal.
Su
relación con Madre de Dios es vital. Puerto Maldonado está a tres horas de San
Gabán y muchos mineros que se quedaron sin trabajo por allá tras las
interdicciones han llegado al lado puneño a trabajar. Igual ha pasado con los
puneños de Ananea. Es por eso que las 540 hectáreas usadas para este delito en
el 2012, se duplicaron a cerca de mil el año pasado.
El
nexo del que habla Devida se termina de cerrar cuando se conoce que las rutas
que usa el narcotráfico para salir del país también son empleadas por esta
minería. “Estamos hablando de que el dinero de la coca se lava con el oro que
pasa como legal”, dice el experto de Devida.
El
jefe del parque Bahuaja Sonene, David Araníbar, confirma que no hay ningún
proceso de formalización en esta zona.
A
lo largo de esas tres horas hacia San Gabán, uno mira a la izquierda y las
máquinas se repiten como haciendo fila. En Lechemayo, en medio del camino, el
paisaje es casi lunar. A lo lejos, los numerosos huecos en la tierra han sido
abandonados. Es bosque muerto.
PARQUE EN PELIGRO
“¿Al
frente está prohibido trabajar la minería, no?”, pregunta Ronald, como si no
supiera la respuesta. Al otro lado del río Inambari, el bosque es interrumpido
por una retroexcavadora que lo carcome y deja sus raíces expuestas, listas para
ser mezcladas con mercurio. Lo particular es que es zona de amortiguamiento del
Parque Bahuaja Sonene, que alberga un tercio de animales del país.
David
Araníbar sabe bien con quién se enfrenta. La última amenaza que recibió de unos
mineros mientras recorría esta cuenca se lo dejó claro. “Como Sernanp (Servicio
nacional de áreas naturales protegidas por el Estado) no actuamos en la zona de
amortiguamiento, pero alertamos. El año
pasado lo hemos hecho nuevamente”, dice.
A
San Gabán no le faltan indicios de ilegalidad. Lo que le falta son acciones
contra ella".