Unos miran a Perú como un país eminentemente minero y otros; sólo un país con abundantes recursos mineros. Para algunos poseer riquezas mineras en las entrañas de la cordillera de los Andes es un problema y una maldición, para otros, es una oportunidad y una bendición.
El punto es que se trata de un tema polémico y altamente sensible, pasible de análisis multisistémico, tal como lo constituye el tratamiento de la fragilidad de los ecosistemas que les alberga.
Gestión de recursos producidos por la minería
El aporte de la minería es reconocido en Perú a través de su historia, sin embargo existe un evidente problema en cuanto a la redistribución de las riquezas que produce este importante sector industrial.
Presupuesto de apertura en el sector público peruano que va progresivamente incrementándose |
Como contraparte a sus aportes al tesoro público, se tiene una minería que no termina aún de borrar su mala imagen del inconsciente colectivo, sobre los pasivos ambientales y la falta del respeto a la naturaleza que se se presentaron en el pasado, de igual manera se vislumbra el impacto paisajístico generado por operaciones mineras a cielo abierto que afectan a lo largo de la vida útil y que en el Plan de abandono y cierre de minas no se ha internalizado lo suficiente en una población sensibilizada que mira en línea de colisión a la minería con el agro, así como su competencia con el uso del agua. Sin embargo, las operaciones mineras no ocupan todo el el territorio peruano, lo que implica una necesidad de optimizar el proceso de ordenamiento del territorio e internalizar los costos para poder mitigar o compensar eventuales externalidades generadas durante las operaciones mineras.
Otro tema es la minería aluvial y su impacto en el ecosistema amazónico, así como la gestión del Estado empírico realizada en el marco de la informalidad.
Enfoque desde las campañas electorales
Si bien el aporte minero activa la gestión del Estado en sus tres niveles de gestión : Nacional, regional y municipal; se puede considerar a la luz de los hechos, que las campañas políticas desarrolladas durante la vida republicana en Perú cuentan con particularidades que las definen claramente. Los problemas centrales que cada una presenta en el tiempo pasa por la operatividad de las mismas, vale decir, hacer llegar adecuadamente su programa de gobierno a la población electoral objetivo.
La dimensión espacial y geográfica que involucra a cada circunscripción electoral, divide claramente a la población electoral, la cual se distingue no solamente por la división política, sino por las necesidades históricas
que presenta la población localizada en esos espacios geosociales.
La población electoral esperó generacionalmente doscientos años para ver atendidas sus principales aspiraciones, no habiéndose cubierto sus principales expectativas en su gran mayoría - como es el caso de la conectividad - , lo cual se traduce en la tradicional
falta de credibilidad a las Políticas planteadas, pues al no ser cumplidos, los planes, programas y proyectos previstos pasan a ser en estricto políticas de gobierno, estando alejadas de las políticas de Estado que demanda la Nación.
En este contexto, las colectividades que conforman una clase política acostumbrada a la demagogia y populismo , presentan propuestas programáticas alejadas de la realidad, marcando brechas entre lo
que se percibe como los hechos y el derecho.
La anarquía e informalidad cubren bajo un manto de incapacidad la presencia de un Estado empírico, el cual se nutre y renueva en cada cambio de gobierno, ya sea este en época democrática o no, pues el pacto social en todos los casos no logra involucrar a las fuerzas vivas del país, dimensión que implica un problema de representatividad.
Es así que las poblaciones en las ciudades desplazan a las poblaciones afincadas en zonas rurales, reduciéndoles con la presión demográfica y condenándoles a la pobreza multidimensional, hecho que conduce a los candidatos
a recorrer en visitas breves y dinámicas a mirar cómo es que se desempeñan en territorios donde muchas veces no llega la presencia del Estado, pero si la actividad minera.
La realidad de los hechos analizados en tiempo y espacio, marcan así una diferencia sustantiva entre ilustres pensadores que plantean políticas para ser aplicadas en Perú, unos sustentados en la práctica y otros que además del conocimiento práctico tienen la teoría científica; condiciones que marcan las diferencias políticas existentes en el país.
Con estas marcadas diferencias, al realizar una mirada prospectiva para el desarrollo sostenible en Perú, se tiene distintas visiones de los escenarios, por lo cual unos optan por copiar modelos exitosos foráneos, mientras que otros adecúan los mismos, utilizando el conocimiento de la realidad peruana con el conocimiento científico, combinación que marca la diferencia entre los planes y programas presentados por las distintas agrupaciones políticas.
La campaña de las elecciones generales 2021
Como ocurrió en el pasado, las posiciones se polarizan en cuanto al manejo y gestión de la industria minera. De un lado se tiene la posición de destrabar proyectos mineros que implican dinamizar millonarias inversiones en el corto plazo y por otro lado, se mantiene una posición de mantener ralentizada la inversión minera.
Sin embargo, en el 2021, existe una variable a tomar en cuenta no solamente para con la industria minera, que está vinculada a los efectos producidos en la salud pública por la Pandemia en curso y la situación de crisis económica en que se encuentra postrada el país, la cual demanda de sus futuros gobernantes, el planteamiento de soluciones ingeniosas a los graves problemas nacionales, que requieren poner en valor los recursos tanto humanos como materiales y commodities con que cuenta el país para recuperarse y llegar a buen puerto de cara al futuro.